El miedo es un instinto que tenemos los seres vivos para sobrevivir a los peligros. Si no tenemos miedo es que algo muy grave nos pasa, como si la vida y su calidad y sus relaciones ya no tuvieran valor.
Lo grave es el miedo al miedo. Sufrimos más con los fantasmas que con la realidad. ¿Qué nos asusta? ¿Por qué? En vez de construir más miedo lo saludable es deconstruir lo que nos asusta. Con frecuencia los miedos están en nuestra historia y no siempre podemos recordar su origen. Salvo traumas, lo que sí podemos hacer es constatar el miedo presente y distinguir si el miedo es provocado por una meta que me he impuesto, que sería normal cuando enfrentamos desafíos nuevos o si son miedos atávicos, que reconocemos como compañeros de toda una vida.
Ante el miedo, podemos distinguir dos reacciones: la evitación y el enfrentamiento irreflexivo como reacciones desadaptativas. Muchas veces la exigencia y el perfeccionismo nos llevan a enfrentar situaciones sin reflexionar en sus consecuencias. Nos hacemos daño cuando elegimos esta opción, porque nos olvidamos que el miedo es una respuesta normal, un aviso, una defensa. Si, a la inversa, el miedo es una respuesta tan instalada que surge siempre ante lo nuevo, lo inesperado, es que estamos ante un síntoma de algo más profundo.
Uno desarrolla síntomas como una manera de anestesiar el miedo; es una forma de defensa muchas veces inconsciente. Antes, existió la histeria en las mujeres, que consiste en anestesiar el sentir verdadero cuando es muy peligroso sentir. Por ejemplo, si llorar era una pérdida de modales o inconscientemente un peligro a su identidad psíquica, entonces era mejor desmayarse, vomitar, arrancar, con tal de esconder el miedo.
Contradictoriamente, el mundo de las mujeres sigue siendo el mundo de los afectos. Este paradigma nos juega una mala pasada, porque lo que antes eran formas normales de reacción ante el miedo, hoy están estigmatizadas. A la histeria la ha reemplazado la depresión. Si bien no es atractivo deprimirse, al menos hay medicación y es casi un lugar común estar depre. Cuando pido poner de moda el miedo como reacción sana, estoy hablando muy en serio. El cansancio y las exigencias femeninas de hoy las exponen a mayores desafíos que antes. Y el miedo ha ido tomando formas disfrazadas. Hoy la neurociencia nos advierte que el cansancio psíquico se relaciona con el miedo y el miedo con la depresión.