En las numerosas declaraciones del Presidente y de sus ministros destaca el afán de dar cabida y articular las numerosas demandas que provienen de la multiplicidad de organismos de la sociedad civil. Ellas apuntan a realzar el énfasis del gobierno en lo social. Este planteamiento es muy importante, pero requiere de un complemento indispensable, como es abrirse a escuchar y conversar con las personas: no solo para tomar nota de la importancia de sus anhelos y objetivos concretos, sino también, y muy importantemente, para sentirlas y así tratar de comprender el fondo anímico que las mueve y que impulsa sus vidas y sus afanes cotidianos.
Somos un pueblo mestizo, lo que siempre hemos negado a través de los siglos en aras de alcanzar la meta de civilización o desarrollo que nos han puesto las sucesivas ideologías que han prevalecido. Comprender e interpretar nuestra alma mestiza es el gran desafío para dar sentido y aunar las acciones prácticas y cotidianas de gobernar.
El tema del desarrollo como meta de perfeccionamiento cultural nos es ajeno y, más aún, provoca un cierto rechazo debido a que trata de llevarnos a ser algo diferente de lo que ya somos. No hay que olvidar que el apoyo al Presidente en la pasada elección, y su inclinación a este tipo de desarrollo foráneo, tuvo mucho que ver con la apretura a que nos llevó el anterior gobierno, y no tanto con un respaldo a sus planteamientos básicos.
No tenemos claridad de qué es y qué significa ser mestizo, pero eso no quita que sea una realidad popular maciza. Y nuestro pueblo cada vez adquiere mayor conciencia de la propiedad de su cultura. Esto se percibe en el aplomo con que se manifiesta, mostrando lo bueno y lo malo de ella. El haber negado siempre esta realidad nos dificulta enormemente precisar su verdadero contenido y, por lo mismo, ordenar las metas del gobierno según ello. Habiendo vivido por largos siglos bajo el dominio de diferentes ideologías, aumenta la dificultad para comprender el fondo anímico que da vida a nuestra cultura.
Un primer paso deseable sería tamizar las expresiones y postulados desarrollistas o civilizadores, y entreabrir un espacio a este ser profundo que radica en nosotros y poder observarlo y percibirlo con detención. La proyección del gobierno más allá de lo económico es un primer paso positivo. Pero falta mucho aún para llegar a un mensaje que toque el fondo anímico del pueblo, de modo de lograr su adhesión y compromiso con un proyecto de más largo plazo. Es el gran objetivo a definir.