Un viejo quiere decir queque.
Es marzo de 2018 y no quiere decir
muffin y menos pronunciar su fonética inglesa, que sería
máfin.
Que sea de arándano, nuez o frambuesa es algo que le da lo mismo: queque.
¿Dónde está el látigo de la indiferencia? Parece que se lo escondieron.
Es que se va a morir sin saber lo que es un
cupcake, no se la puede con los
wok, no concibe los sushi y cuando le hablaron de magdalenas, se acordó de una prima (QEPD) que lloraba como Magdalena.
No le gustaron los paltones y tampoco el perraje; menos andar a la virulí y hablar al tuntún; una vez le dio un patatús, y en ese lapso de inconsciencia, se acordó de cuando usó sus primeros Pecos Bill y anduvo en el auto de su abuelo: una burra.
Le interesaba la política, el tejemaneje y meterle a la cundidora, hasta que se cabreó.
Nunca fue pata de vaca y repudiaba a las viejas clotas.
Vestirse con ambo o salir con paletó y cuando llueve mojarse como diuca y usar unas galochas.
Tocó mucho el violín, pero sin darse cuenta, fue por pavuncio o por jetón o por pasado por agua tibia. Y por ese motivo anduvo achunchado, lo mismo que el día que tuvo que vestirse a lo gringo y padecer una corriente de aire frío donde la espalda cambia de nombre, porque eso sí, fue respetuoso y jamás roteque, pero esta vez chantó la moto y se votó a choro: quiere decir queque.
Aclaremos que jamás en la vida se soltó las trenzas y no llegó a ser un joven colérico.
La vida es justa: al viejo no lo entienden y él entiende cada vez menos.
Todavía habla de colipato, locateli, colihuacho, colisa y colijunto, aunque sus nietos le dicen que más vale que olvide lo aprendido y mejor diga
muffin, pero se resiste.
Quiere ir a los rotativos, pero también a la matiné,
vermouth y noche. Y comprar cri cri y que un acomodador con linterna lo lleve a su sitio numerado, porque lo suyo es la platea baja, alguna vez fue la alta, un par de veces balcón y jamás galería, pero efectivamente, y en más de un ocasión, le gritó al Cojo que sacara la pata del enchufe.
No fue cachetón ni gato de chalet y solo en una oportunidad, lo reconoce, y para no clotear, arrancó a todo
full.
Varias veces se le entró el chupete, especialmente en las mañanas oscuras y frías de invierno.
Un 11 de septiembre del año del Ñauca le dio julepe. Dice que no por él, sino por el país. Se puso carrilero el viejo.
En una ocasión se fue a la cochiguagua, pero aclaremos que no llegó lejos.
Hasta el día de hoy sigue muriendo en la rueda.
Le gustaba eso de que viajaba en el auto de San Fernando y se iba la mitad a pata y la otra mitad andando. Fue en la temporada que anduvo a palos con el águila.
En numerosas ocasiones agachó el moño y en una oportunidad le pegaron un chopazo, pero fue a la maleta.
Hoy anda medio cufifo y eso lo explica.
Se le está corriendo la azotea, el asunto es grave.
Se le corrió una teja, al menos es de a poco.
Tocado y enfermo del chape.
Es muy posible que se le hayan pegado los cables y pelado los alambres.
Es el año 2018.
Está cucú.
Un viejo quiere decir queque.