Michelle Bachelet, Presidenta del país, le entrega la banda histórica y principal a Sebastián Piñera, Presidente electo.
No es la primera vez que sucede, eso sí que no. Es la segunda en la memoria y no faltaría más.
El ingeniero, si sacamos bien la cuenta, ya le cedió en una oportunidad la banda y el mandato a la doctora.
Lo que importa es que así se gobierna en el país.
Dicen que el período es de cuatro años no más y exclusivamente.
Se piensa que "¡buena oh!", pero nadie osa gritarlo, porque el momento es solemne. Incluso para la galería.
Pero en Chile, ni los años ni los períodos son lo que parecen y tampoco parecen lo que son.
Entre la doctora y el ingeniero van a sumar 16 años en total; 16 piticlines en La Moneda: mitad y mitad.
Digamos que el 20 por ciento de nuestras vidas, si tenemos suerte.
Ellos, por cierto y por alguna razón, viven más.
Hablemos de lo evidente que se cae de maduro: el que se va dice que no regresará, que está bueno ya y que pase el que sigue, y que venga lo que tantas veces se chanta, tuerce, chinga o ladea: la renovación.
Ahora dirá que no y por ningún motivo, y me voy lejos o me sumerjo en los nietos, y no estoy en edad y hay que dejar espacio a los que vienen.
Mejor cantemos todos. Es una estrofita no más y es de doña Isidora Aguirre, texto, y de don Francisco Flores del Campo, música. Es una obra musical y quizá una zarzuela chilena. Los acontecimientos suceden en los años 20 del siglo pasado, pero son universales y están vigentes.
Cantemos todos, por favor:
"En política y amores, decir No es barbaridad.
El Sí es tanto más bonito y tiene elasticidad" (como una banda presidencial).
La pregunta del futuro es si habrá un segundo pase de él para ella.
O un bien un tercer envío de ella hacia a él.
El final no está escrito, porque en política los descuentos no existen y la única realidad es el partido infinito, donde los chilenos que han sido presidentes juegan, suman y siguen.
La Moneda es la casa donde tanto se sufre, lo entendemos y compadecemos, pero debe tener algo seductor, sensual y misterioso. Serán los visillos, la atmósfera, las manillas gastadas por la historia, bustos en mármol y bronce, pinturas y gobelinos, llaves que gotean, salones y sombras que caminan.
Ricardo Lagos, político y ex Presidente, recién cumplió 80 años y a mediados del 2017 quería ser reelecto. No lo logró, pero el detalle es que tenía ánimo, fuerza y elasticidad.
El presente es el futuro, digamos el 2022, 2026 o el 2030.
Michelle Bachelet, por esos tiempos, aún no llegará a los 80.
Sebastián Piñera, en ese porvenir, acaba de llegar.
Tener 80 años será como tener 70 ahora.
Lo dice la medicina, el progreso, son los hechos de la causa y es el lado humano de los presidentes.
Y es La pérgola de las flores, pero con una puesta al día.
"Cuando un izquierdista me pide apoyo, no le digo nunca no;
Cuando un derechista me pide votos, no le digo nunca no.
A los candidatos guatones siempre les digo que si".
Y el final:
"Pero cuando quedo solo (con mi conciencia, principios y convicciones) hago lo que a mí me gusta más (llegar a La Moneda).