Sin duda, este es el papel que estaba esperando la australiana Margot Robbie ("Escuadrón suicida") para descollar: el de la deportista olímpica Tonya Harding. Nominada al Oscar como Mejor Actriz, Robbie está increíble como esta patinadora "real" que se vio sumergida en uno de los grandes escándalos deportivos recientes, al estar involucrada en la golpiza a una histórica rival. La dirección del cineasta Craig Gillespie ("Lars y la chica real") es de un ritmo alucinante, pura artesanía que rinde tributo a la rapidez formal de Scorsese (en especial de "Buenos muchachos") para desmantelar el sueño americano como pocas veces lo ha hecho un discípulo del director de "Taxi Driver". Con una banda sonora protagónica (qué bien puestas están canciones como "Barracuda" o "Gloria"), Margot Robbie es la cabeza de un equipo de perdedores (Sebastian Stan y el genial Paul Walter Hauser) que va directo a la gloria del fracaso: un salto al vacío ya registrado en las crónicas de la época, pero convertido en la pantalla en una tremenda experiencia cinematográfica. Y súmele la guinda de la torta: la madre del cordero, Allison Janney como la odiosa progenitora de la protagonista y quizás la causa de todas sus desdichas. Notable.
"I, Tonya". EE.UU., 2017. 120 minutos. 14 años.