Finaliza el Gobierno de la Presidenta Bachelet y de la Nueva Mayoría en ocho días más. Hemos tenido una derrota político-electoral sustantiva en la Presidencia de la República y parcial en el Parlamento (esto último depende de cómo se mida la correlación de fuerzas en dicha institución).
Cuando se inició la campaña presidencial y parlamentaria, el año 2013, la candidata Michelle Bachelet y la nueva coalición (Nueva Mayoría) se propusieron dos objetivos estratégicos, que al término de su mandato Chile fuera un país socialmente más justo y que los ciudadanos tuvieran más libertades. Al cabo de cuatro años, uno puede sostener, tal como lo dice el título de esta columna, que dicho objetivo avanzó sustantivamente.
Para cumplir dichos objetivos se emprendió un conjunto de reformas estructurales que lograran materializar dicho propósito. En esta línea estuvieron la reforma tributaria, la reforma educacional, la reforma laboral, las reformas políticas y la legislación que amplió las libertades de nuestros ciudadanos. Ese proceso se dio en un contexto de desaceleración económica, producto de la crisis de precios de nuestras materias primas, en particular el cobre, y con una oposición que aun siendo minoría en el Parlamento desplegó todo su poder político, empresarial, económico, cultural y mediático contra cada una de las iniciativas de nuestro gobierno.
Además, la coalición en su relación entre sus partes y con el Gobierno no estuvo a la altura de la tarea emprendida. Asimismo, el Gobierno nunca logró coordinar y ordenar a su coalición para avanzar en el programa. En mi opinión, gobierno, partidos y parlamentarios tuvieron una responsabilidad compartida en dicha situación.
No obstante todo lo anterior, las reformas, aun de manera parcial, lograron el objetivo propuesto. Chile es hoy más justo socialmente y más libre en los derechos ciudadanos de hace cuatro años.
La reforma tributaria con todas sus imperfecciones logrará recaudar, en régimen a partir de este año, entre 6 mil y 8 mil millones de dólares, base material imprescindible para ver emprendidas las otras reformas y que de acuerdo con el Banco Mundial logró en parte importante su objetivo, en el sentido de que dicha recaudación se obtuvo en un 92% del 1% más rico del país.
Con esa base material y financiera emprendió la reforma educacional: en preescolar se construyeron decenas de salas cuna y jardines infantiles, que permitieron aumentar en 70 mil las vacantes para dicho sector escolar; con esos recursos se implemento la ley de inclusión, particularmente con el fin del copago que cubrió, al finalizar el Gobierno, el 85% de los recursos que colocaban las familias en la educación particular subvencionada; con dichos recursos se implementó la carrera docente, que permitió aumentar el salario de los docentes al inicio de su carrera en un 30%; con esos recursos se inició el proceso de desmunicipalización que antes de ayer comenzó su camino en una parte de la Región Metropolitana y una parte de la Región de Coquimbo; finalmente, con esos recursos se mejoró significativamente la posición de las universidades estatales en el sistema de educación superior y se logró que, a partir de este año, 340 mil familias de sectores medios vulnerables tengan derecho gratuito a la educación superior de sus hijos. Asimismo, con los recursos de la reforma tributaria se fortaleció el sector estatal de salud, que atiende al 80% de los chilenos, a través de la construcción de decenas de consultorios, de más de 20 hospitales, el fortalecimiento del sector de salud municipal y la formación de varios miles de especialistas.
Por otra parte, la reforma laboral, aunque parcialmente, fortaleció al factor trabajo en su relación con el factor capital a través de la derogación de la huelga con reemplazo, del acuerdo compartido entre empleador y sindicato sobre la ampliación de beneficios y otras políticas sectoriales. En números, la reforma fortaleció al sindicato alcanzándose la cifra actual de 12 mil sindicatos que cubren al 20% de la fuerza de trabajo dependiente.
En materia de reformas políticas, se recordará a este Gobierno que culmina por su principal reforma en este ámbito, el término después de 25 años del sistema binominal por el proporcional, que ha permitido, como lo demuestra la última elección parlamentaria, el surgimiento de nuevas fuerzas y cambios en la correlación de fuerzas que representan más fidedignamente a los chilenos que participan en el proceso electoral. También en este ámbito la reforma, a través de las leyes de probidad al sistema político, profundiza la democracia y margina de toda decisión política el poder del dinero.
Finalmente, en este recuento de avances y dejando de lado múltiples políticas sectoriales que avanzaron en la dirección propuesta, cabe destacar, en materia de libertades ciudadanas, la aprobación de la legislación que despenalizo el aborto en tres causales, así como el envío al Parlamento del proyecto del matrimonio igualitario con adopción.
Mirado en perspectiva histórica de larga duración, este Gobierno será recordado como el que avanzó a través de las políticas descritas, hacia la construcción de una sociedad más justa y más libertaria. Para las fuerzas políticas que compartieron este proyecto, la tarea por delante no se agota, porque la construcción permanente de un Chile más democrático, más justo y más libertario, aun tiene desafíos relevantes.