En medio de la incertidumbre, nada mejor que construir certezas. Nos apoyamos en ellas para no sentir que, como en las imágenes del Principito, vivimos arriba de una gran circunferencia que gira en medio del espacio.
La ciencia nos ha dado una forma de certeza. O sea, el mito es que la ciencia es la creencia de una objetividad absoluta y de que los conocimientos científicos responden a la realidad. ¡Qué alivio! Según el mito de la objetividad, la representación científica del mundo en un momento es infalible. Podemos estar tranquilos, lo que sabemos es verdad, y podemos contar con ciertas leyes que dan estabilidad a la vida física y, por ende, a la psíquica. Porque "lo científico" está comprobado. Cuando la verdad es una representación del mundo, podemos contar con criterios para predecir los días, las estaciones, y a veces los comportamientos humanos. Podemos explicar lo que nos gusta mucho, porque solo comprender un fenómeno nos da poder interno para asumirlo.
Pero todo es multicausal y si bien nos acercamos más y más a una representación objetiva del mundo y los seres humanos, seguimos sumergidos en misterios insondables o en leyes científicas que cambian, y sobre todo en explicaciones que cada vez más son multicausales. Si antes una alucinación era la presencia del diablo, hoy sabemos que hay sustancias que las producen, que la sugestión puede originarlas. Decimos, con alivio, que una teoría es objetiva, que corresponde a la realidad, porque así lo ha probado la ciencia. Que el mundo que describe la ciencia sea para nosotros el mundo real solo apoya la sensación de que cierta teoría se aviene mejor con nuestras creencias.
La ciencia cambia porque debe responder a la realidad. Y la realidad cambia, y sus interpretaciones también.
Todo lo anterior a propósito de que si bien es útil y sano buscar certezas en nuestra comprensión del mundo, tenemos que recordar que la ciencia avanza más y más en su tarea de representar al mundo de la manera más amplia y precisa. Es importante hacerse nuevas preguntas y querer resolverlas. Pero también es importante recordar que nuestra curiosidad fantástica por comprender el mundo en que vivimos, es otra manera de ser los seres humanos que somos: avanzamos de a poco y cambiamos porque ponemos en duda las certezas. Aun con miedo.