Era de lo más esperado. Y debieron pasar muchos años para que finalmente abriera sus puertas el Liguria de Lastarria. Pero la expectación valía la pena, porque el resultado es sencillamente sorprendente. La afrancesada casona, esquina de Merced con Lastarria, donde alguna vez estuvo la famosa Maisson de Álvaro Flaño, deteriorada por el olvido, fue restaurada en una larga y costosa operación, que le sacó todo el lustre y belleza que encerraban sus paredes.
En cuatro pisos, el primero es como un bar antiguo, una cantina, con luz tenue y baldosas pintadas. Una larga escalera de madera permite acceder al segundo piso, el más "coquetón" de todos. Tonos pastel, muchas molduras y relieves, lámparas de tela y mesas con manteles. Aquí también está el baño de mujeres, floreado y luminoso, en el que no falta la colonia inglesa para refrescarse.
El tercero es estilo Liguria, el de siempre, con un living muy particular al fondo. Allí hay una biblioteca antigua, con el parquet original, pequeños sillones de felpa y mesitas redondas. Como una salita para trabajar y olvidarse del mundo. Una gran barra se abre desde el segundo piso hasta el cuarto y los tragaluces de las lucarnas dejan entrar la luz natural. Pero, a pesar de que dan ganas de seguir conociendo el lugar, había que comer.
La cocina es la habitual. Probamos unos ostiones a la parmesana para picar, estupendos. Así como la panera con distintos tipos de pan y los infaltables pebre y sopaipillas. El arrollado de cerdo sobre puré de palta picante, muy rico. Lo mismo que la famosa mechada con tallarines. Buen café.
Y, para la noche, hay picoteos y un bien surtido bar.
El servicio, a pesar del lleno total, 250 personas, no falla.
Nuevamente, hay que rendirse ante el talento y la tozudez de quienes lograron sacar adelante este proyecto. Un lugar para perpetuar esta esquina, en un barrio cada vez más animado. ¡Bienvenidos!
LIGURA
Lastarria
Dirección: Merced 298
Reservas: Por ahora, no aceptan
Precio por pareja: $46.000
Cerrado domingos noche