El enrarecido ambiente de Universidad de Chile ha llegado a límites inquietantes desde el momento en que sus jugadores asumieron una mirada crítica del rendimiento futbolístico y anímico del equipo mucho más aguda que la del mismísimo entrenador, el líder llamado justamente a entregar la pauta de correcciones y progreso en el funcionamiento global e individual.
Las declaraciones de Mauricio Pinilla y David Pizarro tienen una multiplicidad de lecturas que tampoco apuntan a lo que parece ser el gran problema: Ángel Guillermo Hoyos no está siendo capaz de transmitir (ni mostrar) qué es lo que quiere hacer con Universidad de Chile, como tampoco ha tenido la velocidad de reacción que se requiere para realizar las modificaciones pertinentes en un elenco complicado por los malos resultados al inicio de la temporada.
El contexto de la afirmación de Pinilla, tras la derrota con Unión Española, releva el aspecto anímico ("la falta de carácter") por sobre la arista futbolística que tienen los jugadores en cancha. Pero el sustrato de esas palabras en caliente apunta a la desorientación que parece originarse en la concepción del juego que despliega la U y que no acierta una interpretación eficaz de los ejecutantes.
Pizarro, pocas horas después que su compañero, fue aún más crudo porque dirigió sus dardos a un "mecanismo" que no ha logrado ser absorbido por los jugadores, haciendo hincapié en que los recién llegados deben acondicionarse rápidamente al esquema, pues Universidad de Chile no puede esperar a que el nivel se alcance cuando sea demasiado tarde. El referente apura una autocrítica general del plantel atendiendo al estado futbolístico y repara en el cúmulo de excusas empleadas para justificar la irregularidad, dejando a varios heridos en el camino con sus palabras, entre ellos a un técnico que ha tenido por principio no juzgar públicamente a sus dirigidos.
Si al entrenador universitario siempre se le ha cuestionado su retórica insulsa al momento de internarse en terrenos tácticos, hasta ahora nunca se había escuchado que desde el propio camarín azul se le reprochara indirectamente por una carencia en el trabajo motivacional. El cambio en la conducta de los "experimentados" se sale completamente de libreto y apela sin tapujos a la mayor urgencia, si no protagonismo, de Hoyos en la definición del juego.
Procediendo esta demanda interna de referentes indiscutibles, como son Pinilla y Pizarro, que han tenido en el entrenador un bastión de apoyo inamovible, será muy sugerente para el futuro azul ver cómo responde Hoyos a esta suerte de emplazamiento técnico. Si es que un par de triunfos borran de una plumada las vacilaciones de sus dirigidos o si este estado de convulsión interna es el comienzo de una fractura más profunda.