Aunque la lógica indicaría lo contrario, a nadie le ha extrañado la falta de nominaciones al Oscar de la recién estrenada "The Post", de Steven Spielberg. El filme apenas postula a dos galardones -Mejor Película y Mejor Actriz-, y ya se da por descontado que su participación en la ceremonia, el 4 de marzo, será ante todo simbólica y al borde de lo casual.
No es un asunto de calidad. En la raya para la suma, "The Post" está bastante por encima de las dos favoritas ("La forma del agua" y "Tres anuncios para un crimen") y casi al mismo nivel de las dos mejores ("Lady Bird" y "Llámame por tu nombre"); además, en momentos donde la libertad de prensa es rutinariamente amenazada por el mismísimo Presidente de Estados Unidos, sería difícil cuestionar la pertinencia de un filme sobre uno de los momentos estelares en la defensa de dicho principio: la historia de cómo a mediados de 1971 The Washington Post -entonces, un pequeño periódico local- se enfrentó al gobierno de Nixon al publicar los llamados "papeles del Pentágono", miles de archivos que registraban la trastienda de las decisiones del gobierno americano en torno al conflicto de Indochina y la guerra de Vietnam. Tal como narra el filme, The New York Times había comenzado a publicar reportajes en torno al tema; pero mientras era bloqueado por el Departamento de Justicia, el Post obtuvo los documentos, los publicó y salió victorioso en la Corte Suprema, al defender su derecho a difundir el material, poniendo en el mapa tanto a Kay Graham (Meryl Streep), propietaria del medio, como a su editor general, Ben Bradlee (Tom Hanks), quien meses más tarde se convertiría en una superestrella del periodismo, cuando el Post destapó el escándalo Watergate.
Dicho todo lo anterior, es virtualmente imposible no pensar en "The Post" como un filme de Oscar. Entonces, ¿qué salió mal? Las teorías van desde un exceso de oportunismo, a una campaña anti Meryl Streep (por supuesta complicidad pasiva en el caso Harvey Weinstein), pero la explicación quizás sea más simple: al lado de las otras nominadas, "The Post" luce modesta y anticuada, demasiado siglo XX, en un contexto donde el resto de los competidores cumple a cabalidad con las necesarias cuotas de diversidad, raza, inclusión, género y abierta extrañeza con que hoy se asocia a las candidatas al premio. Comparada con estas, el filme de Spielberg en principio no es más que un montón de hombres blancos discutiendo en habitaciones cerradas y salas de reunión, hablando por teléfonos fijos y usando máquinas de escribir. Un artefacto jurásico.
El problema es que si el espectador lo reduce a esa condición, lo más probable es que pierda de vista lo que en realidad importa: "The Post" no existe para enviar recados cifrados a Trump o evocar con nostalgia los días dorados de los diarios en papel y, finalmente, tampoco parece muy preocupado de ganarle más estatuillas a Spielberg y compañía. Si hay un destinatario real de este filme de época son los miles de blogs de actualidad y noticias, las redes sociales y sus usuarios, la gente que revisa sus estados de Facebook, que tuitea y "wasapea" sin cesar. Ellos son los nuevos depositarios y beneficiados de una libertad de expresión entendida en términos contemporáneos; ellos también son descendientes de los periodistas que entonces dieron la pelea y que hoy -hace rato jubilados- esperan que no solo sea la prensa la que tome la posta y navegue por este mundo de posverdad y fake news . Por lo mismo, el verdadero protagonista del relato -el que hace el viaje completo- no es el infalible Ben Bradlee de Tom Hanks, sino el personaje de Kay Graham, quien de superada y accidental dueña del diario, va poco a poco empoderándose de su rol, imbuyéndose de la pasión por informar y, sobre todo, redescubriéndose como persona, profesional y mujer. Ídola.
The Post
Dirección de Steven Spielberg.
Con Meryl Streep y Tom Hanks.
115 minutos,
Estados Unidos, 2017.