Como de necio no debería tener ni un pelo -de ese ridículo y teñido peinado-, debería advertir que sin un cambio no será reelecto.
Sorpresa, por su moderación, generó Donald Trump en su Mensaje anual ante el Congreso de los Estados Unidos. Durante 88 minutos no insultó ni agredió. Intentó conciliar un país que ha dividido.
¡Será esta una efímera actuación, o es un cambio sustentable! Está en juego el prestigio de los Estados Unidos, su reelección, la mayoría republicana en el Congreso, y su agenda.
Las groserías, esta vez, fueron de parlamentarios demócratas: algunos le dieron la espalda a su ingreso al Capitolio, portaban llamativas insignias de protesta y emitían ruidos molestos durante la sesión: fueron reprobados por la opinión pública al personalizar y degradar la institucionalidad.
El Mandatario bajó el tono, manteniendo su cómico narcisismo, aplaudiéndose a sí mismo, gesticulando teatralmente, posando con ceño fruncido y de perfil durante los intervalos de su optimista mensaje. El lenguaje corporal no cambió, importa menos que el verbal.
Con un discurso exultante, promovió su importante rebaja de impuestos. Capitalizó el crecimiento del primer año de su mandato, la histórica disminución del desempleo, el aumento en los salarios y la notable alza bursátil, de alrededor del 45% en las acciones. La catástrofe financiera que muchos anticiparon se ha revertido, con una economía más vigorosa que la de los otros países desarrollados.
Los logros económicos no solucionan las divisiones y vergüenzas que el Jefe de Estado suscita en sus conciudadanos. Tampoco su desprestigio a la presidencia y a los Estados Unidos, por sus exabruptos. Trump es su peor enemigo y el mayor obstáculo a su gestión.
Como de necio no debería tener ni un pelo -de ese ridículo y teñido peinado-, debería advertir que sin un cambio no será reelecto: es el Presidente norteamericano más impopular en su segundo año. Sin apoyo bipartidista no cumplirá con sus dos prioridades legislativas: la reforma migratoria y su ambicioso programa de obras públicas. Se le vienen encima elecciones parlamentarias, con alto riesgo de perder la mayoría republicana.
Escasas son las posibilidades de que cambie, a pesar de sus recientes intentos de mesura. Se ha deshecho de sus asesores más extremistas y los actuales presionan a moderarlo. Ha señalado ante el Congreso que América Primero no significa América en solitario. En Davos, hace cerca de una semana, flexibilizó sus posiciones a favor del proteccionismo y del unilateralismo.
La esperanza de que Trump camine por una senda conciliatoria parece haberse esfumado a los pocos días de su presentación ante el Congreso. Su autorización para publicar ayer el polémico memorándum secreto sobre las investigaciones del FBI a su campaña vuelve a irritar a los demócratas y lo ha puesto en pie de guerra con los servicios de inteligencia y el Departamento de Justicia.