A los futuros ministros y ministras sin distingos.
Sin ningún propósito ni interés político.
Estos modestos consejos se inspiran solo en la buena voluntad.
No hable mal de los funcionarios públicos bajo ninguna circunstancia. Se va a ir de reto y amonestación, pero eso es lo de menos. Lo torturante es volver a escuchar la vieja historia que don Pepe les inculcó a los hijos: la nobleza, satisfacción y orgullo que reporta la función pública. Usted cree, por cierto, que la privada es igual de noble y deja más plata, pero eso no lo diga.
Tampoco le hable del hermano mayor. Nunca, por ningún motivo e incluso en el tema de las AFP, donde el horizonte es mirar el futuro y no el pasado.
Le puede mencionar el rescate de los 33, como proeza universal de Chile para el mundo, pero más le vale no mencionar la película Los 33, porque en privado objetó el guion, la actuación en general y su ausencia de protagonismo. Tenga presente que esperaba un spin off con su personaje o a lo mejor una secuela.
En las reuniones distendidas -comidas de camaradería o asados- no hay que llevar ninguna guitarra y si hay alguna a mano, lo recomendable es esconderla, porque el riesgo es evidente: se le puede ocurrir tocarla.
Si el brío y energía de la reunión los empuja al canto -algo inevitable en los meses previos al gobierno-, lo recomendable son canciones simples y fáciles, para que sea el coro el que cante y no él. Lo ideal es "La mar estaba serena", donde se puede hacer el bis con las vocales todas las veces que quieran. Es un mundo musical rudimentario, pero es su mundo.
De aquí en adelante hable corto por celular. Tanto con su cónyuge, o lo que tenga, y también con el familión, porque lo puede estar llamando. ¿Para algo importante y capital? No, en absoluto, para esas cosas jamás llama, porque las decide por su cuenta y sin su concurso. Si llama es por una tontería y para que el subordinado se mantenga en estado saltón y no duerma en paz. ¿Maldad? No, no es por eso, es porque se formó en la cultura de la desconfianza empresarial del siglo pasado y al personal hay que mantenerlo cortito. Y por eso se le llama a cualquier hora y para nada.
Recuerde que su papel es secundario o terciario. Acá no hay espacio para pechugones ni pechugonas, metafóricamente hablando, como es visible y evidente.
Sus chistes siempre serán malos e inapropiados, eso es tan evidente, como esto otro: no puede resistir contarlos. Es una fuerza que lo supera. Ríase, pero sin estridencia ni aspaviento y hasta para dentro, pero no se sobreactúe. Si lo hace se coloca en el filo de la navaja, porque cuando cuente otro chiste lo va a mirar a usted y va a esperar la reacción, y como seguro se ríe de nuevo, más que frito, ya está maldito.
Recorra Chile y sus ciudades, pero evite mencionar Talca. No pregunte y dé por buena la siguiente respuesta: porque sí.
Esto no es baladí ni menor, porque llegar al poder significa superar los círculos del entendimiento y la razón, para conformarse con dos explicaciones cortas: porque sí y porque no. Punto.
Si anhela ser buen ministro o ministra, debe llegar a ese punto.
Punto.