Nunca un director general de Deportes o un ministro del ramo ha podido llevar a la práctica lo que enuncia cada vez que asume. Una política de Estado, como debe ser el desarrollo deportivo de sus ciudadanos, puede sonar a priori como algo muy concreto, sin embargo es una ficción cuando las metas se alzan tan voluminosas y difusamente evaluables como revelan las sentencias "mejorar la calidad de vida de la gente", "desarrollar el deporte recreativo" o solucionar "los problemas de los deportistas de alto rendimiento".
Es una norma que a la llegada de cada cartera las buenas intenciones abunden y que los ministros entrantes suelan tener muchas ideas de cómo maximizar los recursos. Pero en el caso particular de Deportes, siempre será más saludable que la generalidad inicial no culmine siendo el rasgo de la gestión final, y que las autoridades entiendan verdaderamente qué es lo que se llega a impulsar y en el contexto donde se pretende hacer.
En tal sentido, el planteamiento de la nueva ministra Pauline Kantor respecto a que el programa "Elige vivir sano", una idea indiscutidamente elogiable desde su concepción, será un objetivo central del Ministerio, tiende a generar una confusión. Principalmente, de origen: ¿El plan no debiera estar radicado en la cartera de Salud? ¿Por qué Deportes, un ministerio de recursos reconocidamente limitados para las urgencias de sus cultores de élite, debe asumir estructuralmente una iniciativa donde la alimentación sana y los espacios para realizar una vida integral son lo primordial?
Resulta claro que el tema de fondo tiene un sustrato político en el que los propósitos de la salud pública se ven teóricamente vigorizados, al igual como los que la ministra Kantor da a entender en estos primeros escarceos con la prensa y que evidencian que la directriz de este Ministerio apunta al fortalecimiento de la capacidad de convocar masa crítica, aquella que se ve representada por un deporte recreativo robusto.
El eterno antagonismo entre la práctica masiva de actividad física, revestida de un relato de salud y bienestar, versus el desarrollo de deportistas de selección mundial no parece trascender por ahora, más aún si la ministra es justamente una ex deportista de alto rendimiento. Pero en esta subrayada promoción de "hábitos de vida saludable y mejoramiento de la calidad de vida de la gente" hay una sensación de abandono de ciertos selectos sectores competitivos o de referencia de nuevas generaciones que vale la pena observar con detención a la espera de mayores orientaciones de la nueva autoridad.