Al del lado, al de atrás y al de adelante.
Hasta dos bancas más allá, si es necesario, pero sin desorden ni exageración y menos con toletole.
Es un momento y un instante, con cortesía, miramiento, tolerancia y cuidando los modales e incluso los pensamientos.
Viene el Papa y debemos comportarnos.
No hacer numeritos, no subirse arriba del piano, no pasarse de listo y tampoco huir con los tarros.
No hace mal la modestia y la docilidad. Es terapéutico, sano y una buena experiencia. Un poco de sumisión ante el resto, es algo que no afiebra ni enferma y es universal: darse la paz.
Al viejo, a la fea, al distinto, al momio, al pesado, al aguafiestas, al latero, al comunacho, al flaite, al facho rico, al camote, a la cuica.
Al joven idealista, a un dirigente que se dice apolítico, a un uniformado, al converso, al izquierdoso, al facho pobre, al tonto útil, al pesado de sangre.
¿Es mucho solicitar?
Sin duda que sí, pero eso es lo que se pide: seamos mejores.
¿No es un poco mamona (con perdón) la solicitud?
Efectivamente.
¿Cómo se entiende viniendo de usted?
Se entiende porque la humildad empieza por casa, hay que dar el ejemplo y bajar la codorniz, perdón: la cerviz.
¿Quiénes son los que siguen?
Los que creen mucho, poco, poquito y nada.
Los que han ido, vuelto y de nuevo se han ido.
Los que vienen de vuelta.
Los que no saben.
Los que van sabiendo.
Los que se van yendo.
Se les pide a los intelectuales fieles y devotos, ante la magnífica visita, que por favor no suban el voltaje y tampoco los decibeles. No abandonen la ley de gravedad, eviten la levitación y el discurso iluminado tipo fluorescente que encandila y sofoca.
Esto vale para los curas progres, los obispos macucos y también para que los sacristanes y diáconos no se vuelvan proféticos ni epifánicos.
Se ruega a los comentaristas laicos, ante la inminente llegada, que contengan la crítica despiadada y su inclinación por el análisis flamígero. Como son hombres libres, claro que pueden pegarse una genuflexión y mirar el suelo, que es donde algún día los van a sepultar. A menos que elijan un nicho en altura, que es donde las flores antes se secan y ni el epitafio se lee.
El propósito, que nadie lo olvide, es el siguiente: darse la paz.
Los creyentes y no creyentes convencidos se pueden subir al arca. Y también los que permanecen y rebotan entre reinos: el pluscuamperfecto del habría creído o hubiesen creído; el futuro de creerán; el pasado de creí; el subjuntivo imperfecto de creyeran o creyesen; el condicional perfecto de habrían creído, y el presente de creo despacito.
Ya están todos reunidos y ubicados.
Unos atrás, algunos al medio y otros adelante.
Las comunidades de base, por favor, manténganse en la base.
Así es como llega el momento de darse la paz.
Es por el lunes, martes, miércoles y jueves.
No nos desesperemos, es solo por estos días.
El viernes 19 somos los de siempre.