Una ex compañera que reside en EE.UU. comentaba recientemente que la descripción de Donald Trump, de su entorno y del caos que le rodea que se puede leer en "Fire and Fury" -el polémico libro de Michael Wolff- "encaja" con lo que han contado los grandes periódicos norteamericanos durante su primer año de gobierno. Para mí, lo realmente sospechoso de este libro es precisamente eso: que la narración coincide perfectamente con el guion periodístico del primer año presidencial de Trump.
Por lo que se lee, en el libro no hay noticias, sino más alimento para el estereotipo de Trump. El Presidente es un tipo atrabiliario que se sorprendió con su propia victoria, que no duerme en la misma habitación con su esposa, que actúa sin medir el peligro -defendiendo la pertenencia al Ku Klux Klan de sus elegidos, por ejemplo-, que procede sembrando el caos entre sus colaboradores y que está rodeado por hijos tan ambiciosos como él, que influyen más de lo debido. Exactamente lo mismo que venimos leyendo todo este año.
Y no podría ser de otra manera, porque la mano en la que "encaja" el guante del guionista no es otra que la de Stephen Bannon, ex estratega jefe y consejero de Trump hasta que fue despedido, el 18 de agosto pasado, por sus reiteradas filtraciones a la prensa. En realidad, el libro de Wolff habla más de Bannon -al que define como "un hombre con un fuerte sentido de su propio destino"- que de Trump, e incluso concluye con su declaración de que quiere y va a ser Presidente de Estados Unidos.
El domingo, Bannon pidió disculpas por haber calificado de "traidor" y "antipatriota" al hijo de Trump. Pero su rectificación, genérica, no invalida el hecho por el que criticaba a Donald junior: haberse reunido con una abogada rusa ligada al Kremlin en la Torre Trump. El presidente acusó a su ex colaborador de "haber perdido la cabeza" y lo amenazó con acciones legales. Quizá por ello Bannon haya dado marcha atrás después de haber dejado correr el escándalo durante varios días.
Los cronistas de Indias engrandecían a los rivales de los caballeros españoles a los que servían para que sus hazañas aparecieran como mucho más meritorias. Bajo este prisma, dicen que la mayor habilidad que se le puede pedir a un político es la de crear o designar a sus enemigos. Porque el papel del líder no reluce lo suficiente si no hay una amenaza creíble. En el caso de Trump, podría parecer que él ha escogido a su ex consejero como el blanco de su ira, pero en realidad ha sido Bannon el que ha hecho todo para erigirse como el enemigo, el archirrival del Presidente.
El guionista presidencial sigue trabajando a tiempo completo. Y algunos medios de comunicación continúan comprando una historia llena de tópicos que al único que favorece es al estereotipo. A Trump le gusta más estar en campaña permanente que gobernar, tal como dijo cuando cumplió sus primeros cien días y confesó que la Casa Blanca era un lugar más complicado de lo que creía. Y "Fire and Fury" es como un cuento de hadas para sus opositores.