¿Trabajará Reinaldo Rueda en el nuevo Juan Pinto Durán o aquella fue una idea lanzada desde la directiva para capear la tormenta post eliminación? Tal como sucedió con la generación dorada del tenis, es posible que los millonarios ingresos generados por la selección se vayan solo al pago de premios y no a construir una infraestructura tan necesaria como imprescindible. Es increíble que Chile sea el país más atrasado en estas materias en Sudamérica y que, hasta ahora, solo haya maquetas sin un cronograma definido.
Como sea, el nuevo seleccionador se pondrá a trabajar luego de una negociación que derribó varios mitos. Como, por ejemplo, que no se podía negociar con entrenadores con contrato vigente -que fue la excusa utilizada para Manuel Pellegrini-, porque tanto a Juan Antonio Pizzi como al colombiano hubo que levantarlos de clubes que contaban con ellos. La segunda, que el entrenador tenía que tener conocimiento del medio. Y la tercera, que el elegido tendría que tener el beneplácito del Consejo, que jamás ha tenido participación en esta elección. Convendría señalar a este respecto que jamás existió tanta unanimidad en el fútbol chileno como con la idea de separar a la Federación de la ANFP, una medida que, sin embargo, jamás ha llegado a concretarse.
En el itinerario de Rueda no hay fechas claves cercanas. La idea de que su trabajo sea evaluado después de la Copa América del 2019 es peregrina. La gran valla que deberá sortear -y me imagino que eso quedará debidamente estipulado- es la elección en Quilín de finales de este año, porque es perfectamente imaginable que postule (y eventualmente gane) un grupo distinto al actual, que tendría todo el derecho a trabajar con otro seleccionador. El próximo gran desafío de nuestras selecciones corre por cuenta de la sub 20, en enero de 2019, con triple clasificación jugando en casa (Panamericanos, JJ.OO. y Mundial) y no está clara la influencia que tendrá el recién llegado en ese proceso, hasta ahora plagado de dudas.
La selección pasará este año a un discreto segundo plano, tomando los clubes la posta protagónica tras una década de frustraciones. Nada permite, hasta ahora, apostar al optimismo. Los dos clubes clasificados a la fase de grupos de la Libertadores -Colo Colo y la U- han replicado el modelo de años anteriores, con mucha pirotecnia y pocos resultados. Pese a anunciar un período de austeridad, los azules pretenden a Yeferson Soteldo, lo que sería un golpe rotundo en el mercado local, y ganarle el gallito a los compradores foráneos, lo que constituiría un cambio trascendente (el año pasado perdieron a Diego Churín, a manos de los paraguayos).
En Colo Colo llama la atención el retorno de Macnelly Torres a la rumorología. Un jugador valioso, pero que debería encajar en un mediocampo ya plagado de veteranos habilidosos. Es cierto que siempre se puede hacer un dibujo que los incluya a todos, pero las necesidades albas para la lucha internacional pasan por otras urgencia. Lo que Pablo Guede, nos imaginamos, tendrá muy claro.