¿Cómo sería la vida si no pudiéramos constatar la hora cada vez que queremos?
Imposible. Sería un caos. Y no queremos vivir en el caos.
Tampoco queremos vivir víctimas del reloj. Pero no tenemos alternativa. El tiempo es oro y determina nuestra eficacia y eficiencia. Pero quisiéramos que las horas fueran más largas. Habría tiempo para todo. Rígidas, inexorables, sin generosidad alguna, producen el atolondramiento y la manía del apuro.
El apuro altera todo, en particular las relaciones personales. Tantas veces quisiéramos quedarnos a acompañar al que está triste, terminar un buen artículo, gozar el sol, estar quietos, descansar de todo. Y sobre todo cultivar la amistad.
El ocio nos pone nerviosos, nos da culpa. Sabemos que los griegos lo recomendaron como fuente de inspiración, pero para nosotros es fuente de angustia. Repasamos los pendientes y se acabó el ocio, dejó de ser al instante un momento de verdadero descanso o de lluvia de ideas locas que pudieron inspirarnos.
Todos llegan y al poco rato miran el reloj, hay que irse, hay que llegar a tiempo al próximo compromiso. Y el apuro se convierte en vicio. Estar mucho con otro nos asusta, puede faltar tema, puede haber más silencios de lo que socialmente es adecuado.
Rendir es más importante que estar disponible. Y eso es una pérdida en las relaciones. Las confidencias, los secretos revelados, la pena, el llanto, las historias complicadas que desciframos apenas y donde el otro es muy importante, los relatos de nuestra historia personal, eso es lo que compone la intimidad. Y requiere tiempo.
Pero no vamos a cambiar el mundo ni su sentido del tiempo. Lo único que podemos hacer es vencer el apremio, acallar la angustia, vencer el miedo y discernir. ¿Qué es importante? Para mí o para alguien que quiero. Y atrevernos a quedarnos. A pesar del reloj.
Puedo imaginar riendo la cara de un jefe si alguien llega tarde porque estaba acompañando a un amigo triste. No está permitido. Pero debiera estarlo. Si el tiempo fuera lo importante que es en la calidad de las relaciones, que es lo que tiene a tantos con neurosis, podría considerarse una inversión más que una desidia.
Ojalá cultivemos el uso del tiempo en este año que comienza.