"El cine debe ser humano y debe ser parte de las vidas de la gente; debe enfocarse en las existencias corrientes, a veces frente a situaciones y lugares extraordinarios". Esta declaración de intenciones proviene de una francesa criada en las colonias de África y educada en las más sofisticadas instituciones de Francia, por lo que hay que tomar con pinzas qué es lo que Claire Denis considera "existencias corrientes".
Desde luego, no es nada de corriente Isabelle (Juliette Binoche), una artista con bastante reconocimiento, que a sus 50 anda en busca de un hombre a quien amar. La película empieza con una escena de sexo en la que su amante Vincent (Xavier Beauvois), un banquero prepotente, la insta a tener un orgasmo, sin que él sepa que ella solo lo consigue cuando logra concentrarse en lo mucho que lo detesta.
Isabelle es una mujer perceptiva e inteligente, pero su repertorio de posibles parejas -además del banquero, un actor que nunca toma decisiones, un representante celoso, un exmarido por el que guarda tanto afecto como malos recuerdos- es un tanto lamentable, lo que implica de antemano que entre ellos no está lo que Isabelle busca. Y de allí, entonces, se sigue otra pregunta: ¿qué busca en realidad?
Como la mayoría de los personajes de Claire Denis, Isabelle intenta eludir el paso del tiempo, luchar contra el deterioro del cuerpo (y la mente), conservar la jovialidad que ya está en retirada, mientras siente que avanza hacia una inevitable disolución. Es la vieja lucha contra la muerte, claro, pero librada desde la perspectiva singular de la disolución.
Un bello sol interior explora la situación de una mujer madura, artista por añadidura -como la misma Denis-, que se enfrenta con toda su excepcionalidad al mundo achatado de los hombres que la circundan. Se trata de una especie de inversión del género de la comedia romántica, una de cuyas reglas es avanzar hacia un final extraordinario. La película de Denis cumple con esta regla, pero la interpreta como un sorpresivo e hilarante momento de disolución. No hay angustia ni miedo a la muerte: solo un camino que parece irse esfumando.
Denis filma con una elegancia fuera de serie, que dedica precisamente a este proceso leve, etéreo, apenas expresable. Lo hace con una rara economía de lo esencial: puede detenerse detalladamente en un largo diálogo en la barra de un bar (por ejemplo, el de Isabelle con Vincent) y luego saltarse días enteros para capturar otro intercambio crucial de gestos y palabras. Un bello sol interiorno está entre lo mejor de su cine (como, por ejemplo, Beau travailo L'intrus), pero está a años luz de las banalidades que el cine francés consagra a la exportación.
Un beau soleil intérieurDirección: Claire Denis
Con: Juliette Binoche, Xavier Beauvois, Philippe Katerine, Nicolas Duvauchelle, Alex Descas, Bruno Podalydès, Gérard Depardieu.
94 minutos