El pesebre del niño Jesús de Nazareth, habría poder tenerlo todo. No tenía casi nada. Era la bienvenida a su vida que se festejaba, con visitas y alguna pequeña ofrenda. Era acompañar a sus padres y conocer al nuevo niño que había venido al mundo para cambiarlo.
La gran ciudad y su velocidad, nos ha impuesto una vida en la que estar juntos en paz, es un lujo escaso. La Navidad podría ser eso: un momento de estar juntos y celebrar. No lo es. Grandes y chicos empiezan un mes antes por lo menos a pensar y comprar los regalos de Navidad.
Hacer regalos, elegirlos, pensarlos, buscarlos, puede ser un acto de amor. O de cariño o de reconocimiento. Y puede ser una pesadilla en pleno verano y calor para tener regalos para todos. Esta cultura que nos junta, nos aprieta y estruja a conglomerados inmensos. Y las compras navideñas pueden ser una actividad indiscriminada de regalar y acumular artículos. Regalos de todo para todos. ¿Generosidad? No siempre. ¿Obligación? Muchas veces. Hacer el regalo y qué regalo hacer, es muy excepcionalmente un acto de amor gozoso. ¿Es que la generosidad, para serlo, debe producir fatiga, cansancio, agotamiento y el gasto de dinero que no se tiene?
Hay personas que regalan lo que les regalan. Porque no lo necesitan y tienen que cumplir con ser quien da regalos a otros tantos que tal vez tampoco lo necesitan. Más redundancia en la soledad que denunciamos con frecuencia en estas columnas.
¿Es un gesto de cariñ0? Por supuesto que lo es. Quien regala selecciona, con criterios variados, a quien quiere agasajar. O al menos devuelve la mano a quien ha tenido la delicadeza de elegirlo como parte de quienes considera importantes o cercanos.
Agreguemos a los regalos el viaje apurado y caluroso de casa en casa, que los suegros, los padres, los hijos propios, los enfermos. No es esta una crítica a la celebración de Navidad. Es un recuerdo del niño que nació en Belén, cuyo nacimiento celebramos. Qué regalos quisiera ese Jesús de Nazareth que hiciéramos a quienes queremos. Y no es problema de fe. Es honrar al cumpleañero. Navidad es eso: celebrar un cumpleaños.
A mí me gustaría regalar paz, pero no está a la venta. Tal vez podemos tratar de regalarnos paz a cada uno en esta Navidad que se acerca. Porque es el más escaso de todos los bienes.