¿Qué se juega el Frente Amplio en la elección presidencial? Una gran mayoría de los analistas piensa que lo mejor que les podría pasar es que ganara Sebastián Piñera, que para una coalición inmadura definirse "contra algo" siempre es más sencillo que hacerlo a favor. Sin embargo, hay también observadores que creen que empecinarse en un discurso muy radical puede convertir a este grupo, que cuenta con 20 diputados y un senador electos, en la mejor excusa para que la derecha siga ganando elecciones en el futuro.Que el dilema no tiene fácil solución, lo demuestra el hecho de que pese a los anuncios pidiendo el voto para Alejandro Guillier -el más destacado fue el de Beatriz Sánchez a título personal el 4 de diciembre-, otros dudaron y solo se han decantado por el candidato de la Fuerza de la Mayoría hacia el final.
Un punto de inflexión fue el desempeño de Guillier en el debate de Anatel, celebrado el lunes 11. Su posición respecto del fin de las AFP; las isapres; considerar el aborto como un "método anticonceptivo", y la falta de definición sobre la asamblea constituyente, que reclama el Frente, hicieron muy difícil que los dirigentes de ese grupo lo apoyaran sin fisuras. Así que la cómoda posición definida desde el comienzo por Gabriel Boric, de que era Guillier el responsable de ganarse a los votantes de Sánchez, se impuso hasta este jueves, cuando el diputado magallánico dio su brazo a torcer y llamó a votar por Guillier junto a Giorgio Jackson.
Su respaldo se sumó al de dirigentes como Miguel Crispi, Sebastián Depolo y otros que ya tenían claro su voto por Guillier, como Alberto Mayol o Pamela Jiles.
El dilema de Podemos
Solo hay un precedente de que una coalición joven, de izquierdas y que se reputa de ser una fuerza innovadora en política, se enfrentara a un dilema parecido. Ocurrió en febrero de 2016 en España, cuando Podemos, el partido de Pablo Iglesias, tuvo la oportunidad de votar a favor de la alianza que el socialista Pedro Sánchez había cuajado con Albert Rivera, líder de Ciudadanos, el nuevo partido surgido en el centro político.
Hubo voces, como la de Manuela Carmena, la alcaldesa que gobierna Madrid con una coalición de izquierda, que le pidieron a Iglesias que apoyara a Sánchez y evitara una nueva convocatoria de elecciones que podía conducir a otro gobierno de la derecha. Pero Iglesias, obsesionado con su tesis de efectuar un "sorpasso" (adelantamiento) al PSOE de Sánchez y quedarse con la hegemonía de la izquierda, se negó.
El resultado fue que Pedro Sánchez no logró sacar adelante su gobierno, se convocaron nuevas elecciones en junio de 2016 y la derecha de Mariano Rajoy mejoró sus resultados. Podemos no acrecentó en nada su representación parlamentaria (obtuvo 71 escaños tras unirse con Izquierda Unida, la misma cifra que ambos obtuvieron por separado en diciembre de 2015) y tampoco pudo adelantar al PSOE de Sánchez, lo que supuso un revés para las pretensiones de Iglesias. Después de unos meses turbulentos, Rajoy formó un nuevo gobierno en octubre de 2016. Desde entonces, el PSOE y Ciudadanos no paran de culpar a Iglesias de haber pavimentado el camino a un nuevo gobierno de la derecha.
Podemos también se dividió ideológicamente ante la idea del "adelantamiento" de Pablo Iglesias. Iñigo Errejón, el secretario general del partido y hasta entonces socio político de Iglesias, planteó sus propias tesis, las que disentían de la del "sorpasso". Errejón propugnaba un acercamiento a los socialistas, un "mestizaje" entre la nueva política y los viejos socialdemócratas. Fue denunciada por los sectores duros de Podemos como una desviación que convertiría al partido en las juventudes del PSOE de Pedro Sánchez.
Dos grupos heterogéneos
Lo ocurrido con Podemos en febrero de 2016 guarda fuertes similitudes con la situación que el Frente Amplio enfrenta ahora en Chile. Los dos grupos tienen algo en común: sus votantes. En ambos casos se trata de electores más jóvenes, más educados y con más renta que el ciudadano medio de sus países. Podemos, por cuestiones de estrategia, quizá haya logrado penetrar en otros segmentos de la sociedad española, pero básicamente su perfil es el descrito.
Sin embargo, los dos grupos son muy heterogéneos, aunque por diferentes razones. Podemos lo es por las fuerzas centrífugas que afectan a España: así, hay un Podemos central que tiene 45 diputados, al que se suma el catalán En Común Podem (12 diputados), Izquierda Unida (2), los ecologistas de Equo (3), los gallegos de En Marea (5). En la lista de Podemos también fueron elegidos los cuatro diputados valencianos de Compromís que, sin embargo, no se sumaron a su bancada parlamentaria y se integraron en el grupo mixto.
El Frente Amplio también es una variada colección de intereses. De los 20 diputados electos, Revolución Democrática (RD), que lidera Giorgio Jackson, obtuvo ocho; el Movimiento Autonomista de Gabriel Boric, tres; el Partido Humanista de Tomás Hirsch, tres; el Partido Liberal de Vlado Mirosevic, dos, y los cuatro restantes corresponden a Poder, Partido Ecologista Verde, Izquierda Autónoma e Izquierda Libertaria. El único senador que tienen corresponde a RD.
Los analistas coinciden mayoritariamente en que una victoria de Piñera es el mejor escenario para el FA. Al margen de que los puedan culpar de no haber apoyado suficientemente a Guillier, siempre dirán que este no les tentó lo suficiente. Pero se les reprochará su indefinición y tardanza, tal como ocurrió con Marco Enríquez-Ominami y su tardío apoyo a Eduardo Frei en las elecciones de 2009.
Pero tendrán el Congreso y la calle para usarla a su gusto, para generar una épica de lucha contra el gran capital, que evoque el Chile de la década de 1980. Ahí podrían ir engordando su fama y sus votos, porque la recuperación económica, por fuerte que sea, nunca alcanzaría para satisfacer una agenda de demandas sociales con costos crecientes.
Hegemonía de la izquierda
Para salir de las acusaciones de "colaboracionismo" con la elección de Piñera, podrían centrarse en su propia institucionalización como coalición e intentar liderar la oposición. Hay analistas que ven en el mutismo de Giorgio Jackson estos días una posible estrategia de cara a marzo de 2018, clave para intentar esa hegemonía de la izquierda, ya que los bordes entre el Partido Socialista, el Comunista y el Frente Amplio han quedado muy difuminados. De momento, el PS de Álvaro Elizalde ya se está moviendo para sumar un diputado a su bancada y completar así los 20 escaños que le permitirían pararse de igual a igual con el FA en la Cámara Baja y poner límites a su expansionismo.
La capacidad de rearmarse de la Nueva Mayoría no es el único factor para definir quién capitaneará la oposición a Chile Vamos, también es crucial el papel que adopte el PC.
El proyecto de la izquierda y de la centroizquierda puede diferenciarse con claridad dependiendo de dónde se ubique el PC. Si este se mantiene en la NM, esta permanecerá mucho más a la izquierda que la ex Concertación, lo que le deja un espacio al Frente para diferenciarse por el estilo político. Por el contrario, con un PC fuera de la NM, habría que dilucidar si acaba uniéndose al Frente, en qué condiciones, y si le ocurre lo que a Izquierda Unida en España, que terminó siendo fagocitada por Podemos. Supone hegemonía, pero un mestizaje inevitable con el PC.
Si gana Guillier, el escenario se les complica. Ya no pueden decir a todo que no, pero también les permite presentarse como una formación madura que sabría hacer política. Hay analistas que creen que el candidato de la Fuerza de la Mayoría puede "meterlos en el sistema" más fácilmente que Piñera. Sin embargo, Bachelet también lo intentó y no pudo mantenerlos sujetos.
El escenario con Guillier como Presidente les enfrentaría a su responsabilidad. Ser diputado o senador es ser árbitro. Un gobierno de centroizquierda los presionaría a diario en el Congreso con que si no apoyan sus leyes estarían respaldando a la derecha. Sería el mismo dilema que tienen ahora entre votar Guillier y Piñera, pero multiplicado por cuatro largos años.
"Un infierno", dice un observador de izquierda que pide reserva de su identidad. "Tratar de ser gobierno con cargos, pero votando contra todo en el Congreso en su afán de construirse una identidad. ¿Qué va a hacer ese solitario senador del FA? ¿Votar con la derecha o con la NM? ¿Salir al baño en cada votación? Van a estar todo el día debatiendo si tienden puentes hacia el paraíso o hacia la corrupción que representa lo viejo".
Otra analista político subraya que "en cualquier caso, ellos han señalado que serán oposición, pero su desafío es la construcción de una nueva forma de convivencia. Si gana Piñera, sus aspiraciones de poner temas sobre la agenda quedarán postergadas y su posibilidad de transformarse en un actor relevante también, porque Piñera preferirá entenderse con parte de la Nueva Mayoría. Y si gana Guillier, tienen el desafío de mantener el equilibrio entre su identidad y su capacidad de diálogo. Si obstruyen siempre, serán cada vez más mal evaluados. Si son demasiado colaboradores, también serán juzgados".
Cambio generacional
El economista Sebastián Edwards, que ha apoyado públicamente a Piñera, cree que el elemento clave será el cambio generacional que supone el FA. "Si gana Piñera, van a dominar a la Nueva Mayoría. He estado mirando a sus líderes, y se van a comer como niñitos envueltos a los de la NM. Insulza, con toda su experiencia, no tiene ni una chance en un debate serio con alguien como Nicolás Grau... Sea como fuere, mientras más lo pienso, más claro me parece que aquí viene un gran cambio generacional".
Harald Beyer, director del Centro de Estudios Públicos, sostiene: "El desafío del FA es aprovechar el resultado del 19N, consolidarlo y crecer. Me parece que eso es una necesidad, independiente de quién gane la elección. En el caso de que Piñera gane, su única alternativa es ser oposición e intentar liderarla en disputa con la Nueva Mayoría, sin perjuicio de que ello pueda terminar en una alianza estratégica con ella"."El desafío es distinto en caso de que Guillier gane", prosigue Beyer. "En ese caso, una alianza implícita con la Nueva Mayoría puede ser conveniente. Si actúan como una oposición muy dura, la NM va a tener incentivos para usar el poder del Estado, para neutralizarlos y acordar una agenda de cambios puntuales con la derecha mientras se fortalece e intenta reconstruir su proyecto político. Todo ello puede mejorar el rating de la NM en contra del FA".
El director del CEP recuerda que la derecha, más allá de la elección de Presidente, ha resultado fortalecida en el Congreso y en los consejos regionales, y en 2016, en los municipios. Simultáneamente, la UDI se ha debilitado y han crecido las fuerzas más moderadas de la derecha. Pero se han debilitado las opciones de la centroizquierda, "lo que complica sus aspiraciones futuras y obliga, a la larga, por simple supervivencia, a una agenda más moderada de la que hoy parece estar fraguándose".