La inclusión frente a la lucha contra la desigualdad. La promesa de "un tiempo mejor" versus el "no al abuso". La gratuidad de la educación técnica frente a la promesa de una jornada laboral de 40 horas semanales. El Presidente "del cambio" ante el Presidente "de la nueva Constitución". La experiencia del "sabemos cómo hacerlo" frente "al pasado que queremos dejar atrás". Esa fue anoche la historia de dos discursos, el de Sebastián Piñera y Alejandro Guillier, los hombres que el domingo perseguirán en las urnas la Presidencia y que se pronunciaron en el corazón de Santiago a apenas un kilómetro y medio de distancia.
El destino reservó uno de los días más calurosos del año para el cierre de la campaña presidencial. A las 19 horas, en los aledaños de La Moneda, decenas de funcionarios salían de la sede de la Subdere o del edificio Bicentenario con banderas de apoyo al candidato oficialista Alejandro Guillier. Era un pequeño anticipo de la docena de ministros que llegarían, "después de su jornada laboral", hasta la Plaza de la Ciudadanía, encabezados por la portavoz Paula Narváez. Un broche perfecto para una campaña, la de Guillier, donde el Gobierno jugó más allá del límite del fair play institucional con la excusa de que su legado estaba siendo atacado.
Inti Illimani tocaba "El pueblo unido" frente al palacio de gobierno y Pepe Mujica, el ex Presidente uruguayo, se subía al escenario para decir que Chile debía decidir "entre dos formidables candidatos", mientras Guillier se alistaba para discursear.
A un kilómetro y medio en línea recta, en el histórico teatro Caupolicán, Héctor Muñoz "Kanela", el líder del grupo musical Noche de Brujas, lo daba todo en el escenario. El vocalista, amigo del rey Arturo (Vidal), animaba a las 3.500 personas que llenaban las gradas del teatro con sus pegadizos ritmos tropicales.
Como si los dos cierres de campaña fueran obra del mismo coreógrafo, después de los teloneros y los invitados extranjeros (en el caso de Piñera a través del video), subieron al escenario las esposas de los candidatos. Cecilia Morel, en solitario, en el Caupolicán, destacó que su esposo se "sacó la mugre trabajando" y todavía tiene ganas de seguir haciéndolo. Cristina Farga, la esposa de Guillier, que ha huido de todo protagonismo durante la campaña, subió de la mano de su marido ataviada con un vestido estampado en tonos azules, blanco y toques de naranja.
Guillier había afinado su discurso como un instrumento musical. Su estructura era sencilla: partiría saludando a Pepe Mujica, seguiría recordando los avatares de la campaña, desde la recogida de firmas, y haría una afirmación fuerte: "Somos la mayoría". Fue aquí donde, por esas cosas de la personalidad del candidato, quizá por el prurito periodístico de no atropellar descaradamente la verdad, introdujo una reflexión que molestó a sus asesores porque debilitaba todo el discurso: reconoció que, en la primera vuelta, "los chilenos nos han castigado".
Y abundó en ella paseándose al borde de un precipicio: "La ciudadanía nos dio una lección: quieren una mejor política, que no haya más ambigüedad". Pero finalmente recobró el hilo y remató enhebrando con su eslogan de campaña: "Hemos escuchado: vamos a trabajar por los más humildes, vamos a trabajar por nuestra clase media y hoy les digo que el gobierno que quiero construir con ustedes es el gobierno de la gente".
Sebastián Piñera también tenía una frase con una punta afilada. Agradeció el privilegio de haber escuchado durante meses a los chilenos, habló del clima de frustración que ha traído el estancamiento económico y también engarzó sus palabras con su eslogan de campaña: "Vienen tiempos mejores". Tuvo, también, un momento para pedir perdón por los errores cometidos. Pero su mejor frase vino al final. Después de meses de oír que solo se dirigía a los triunfadores económicos, a los ganadores del Chile globalizado, a los que han subido en el ascensor social, prometió solemnemente, como si recordara cuando decidió hacer todos los esfuerzos para rescatar a sus 33 mineros atrapados en las entrañas de la tierra, que "nunca, nunca, nunca, dejaremos a un chileno atrás".