Nos preguntamos a veces por qué los seres humanos tenemos acceso a este sentimiento primitivo y a veces tan destructor: la rabia. Y de hecho, cada vez más es un sentir poco aceptado, poco educado, inadecuado, que deja a quien la expresa en situación de vergüenza y de desventaja respecto de los que permanecen en calma.
Se supone que la rabia está conectada al uso del poder y a la posibilidad de castigo o de sanción de quien ha cometido infracciones a las reglas acordadas por el grupo. La usamos para que los niños distingan muy bien entre el refuerzo positivo o negativo en las primeras fases del aprendizaje. Es también un mecanismo de defensa de uno mismo. Es lo que indica que estamos siendo atacados o mal tratados y nos impulsa a la defensa. En el mundo primitivo fue fundamental para la sobrevivencia. Entre el miedo y la rabia ante el peligro, fueron sobreviviendo nuestros antepasados. A veces el miedo lleva a la rabia, a veces al escape. Ambos son mecanismos útiles, si sabemos cómo y cuándo usarlos. De ahí la importancia de asumir que la rabia es un sentimiento normal y necesario en el ser humano.
Uno de los peligros de no reconocer la rabia como sentimiento humano legítimo, es que no podemos aprender a controlar lo que no existe, o lo que pensamos no debe existir. Si, al contrario, le hacemos un espacio a la rabia y vamos lentamente a través de la vida aprendiendo cuándo y cómo la sentimos, cómo podemos expresarla y con quiénes, la convivencia se hace más distendida. Y se generan menos culpas inútiles ante la rabia que aparece a pesar de nosotros mismos.
A pesar de esta semiprohibición de la rabia, uno de los mecanismos más usados es sustituir la pena por la rabia. Resulta increíble pero es así. Los seres humanos le tenemos mucho, mucho miedo a la pena. Nos deja vulnerables. Y eso es duro de aceptar porque quien se siente vulnerable, se siente desnudo, como si le hubieran quitado las herramientas básicas para defenderse de un peligro o una agresión. A su vez, la pena está menos sancionada socialmente que la rabia, por lo que no es un mal negocio cuando el inconsciente hace el switchy niega la pena y elige la rabia.
La verdadera solución es primero aceptar que lo que la naturaleza nos dio, no podemos negarlo. Podemos aprender a controlar, podemos trabajar en disminuir los sentimientos que nos dañan a nosotros y también a nuestras relaciones.