En la trastienda del debate, el ambiente se fue caldeando a medida que este transcurría, pero concluyó en medio de un frío casi gélido. Los organizadores de Anatel separaron al escenario y al público para evitar que hubiera aplausos, risas o pifias de los seguidores de Piñera y Guillier que se colaran en la transmisión y mediatizaran el desarrollo del debate.
Así que los candidatos tuvieron que actuar sin saber qué tipo de reacción provocaban sus intervenciones, excepto por lo que les transmitían los cuatro periodistas que debían interrogarles.
En la trastienda, sin embargo, el ambiente era casi festivo. Los invitados fueron recibidos en un gran patio de las instalaciones de TVN que fue techado para la ocasión. Se sirvió, además, un bien nutrido cóctel. Los asistentes, sin embargo, tenían que abandonar esta zona y dirigirse a un auditorio vecino para seguir las alternativas del debate.
A primera vista, había una mayoría de invitados de Sebastián Piñera, que se agruparon formando un bloque compacto, solo trufado por la presencia de Pepe Auth, que se sentó junto a Pablo Piñera, hermano del candidato de Chile Vamos.
La representación de Alejandro Guillier era pequeña, pero ruidosa. El núcleo del guillierismo lo capitaneaban Camila Vallejo y Marisela Santibáñez. Comenzaron muy contenidas, pero poco a poco fueron aplaudiendo con más fuerza a su candidato y, en algunas ocasiones, soltaron algún exabrupto. "¡Qué asco!", se oyó varias veces cuando intervenía Piñera.
Con todo, ambos bandos no llegaron a enfrentarse más que compitiendo con aplausos.
Hubo un momento en que el estupor se apoderó de los rostros de Vallejo y Santibáñez: fue cuando Guillier se enzarzó con la periodista Mónica Rincón a raíz de la condonación del CAE, un asunto donde el candidato ya ha sido rectificado varias veces por miembros de su equipo. Guillier salvó el pulso con un golpe de autoridad -"¡créame a mí no más, Mónica, la condonación es para siempre!"- que a muchos les sonó a bluff de póker. "¡Lea su programa y escuche a su jefe programático!", apostilló Piñera.
La bancada piñerista se mostró menos expresiva y más contenida que Vallejo y Santibáñez. Sin embargo, se veían algunas mandíbulas rígidas cuando se abordó el capítulo de los temas valóricos. El guillierismo creyó que había hecho presa, pero finalmente el apartado se zanjó sin vencedores porque al candidato de la Fuerza de la Mayoría le preguntaron inquisitivamente por su conducta como periodista en el caso del juez Calvo.
El ambiente en la trastienda cambió radicalmente después del primer intermedio que los asistentes aprovecharon para irse a tomar un refrigerio. Los invitados de Piñera tardaron en regresar al auditorio o no se dieron cuenta de que el debate se había reanudado y las huestes guillieristas tomaron la delantera en avivar a su candidato. La única que se preocupó de volver puntualmente fue Cecilia Morel, quien estuvo sola durante algunos minutos porque sus hijos, que la rodearon en la primera fase del debate arropándola, no habían retornado a sus sitios.
Guillier intentó poner a la defensiva a Piñera con las recientes revelaciones sobre las listas de espera que el ex Presidente consideró aprovechamiento electoral. Piñera, por su parte, fue más agresivo que en ningún debate anterior y confrontó a Guillier denunciando que su programa electoral costará cuatro veces más que los 10 mil millones que ha incluido en su programa e insistiendo en que "la mejor escuela para ser Presidente es haberlo sido antes".