Si da la impresión de que Colo Colo es campeón de manera holgada es porque barrió con sus más cercanos perseguidores. Le hizo cinco a la Unión, cuatro a la U, tres al Audax y tres al Everton. Casi la mitad de su producción goleadora se la endilgó a los cuatro escoltas, lo que no se condice con los apenas dos puntos que los separaron de los hispanos en la tabla final.
Este equipo no deslumbra, pero habrá que conceder lo que señala orgullosamente Jorge Valdivia: es el mejor del torneo nacional. Y, como hemos aprendido de experiencias reiteradas en el último tiempo, no es un listón muy complicado. Cuando Pablo Guede analice la extensión de su contrato con los dirigentes albos, tendrá que sopesar lo que todos sabemos también desde hace rato: deberá optar por volver a su propuesta futbolística inicial o deberá asimilarse nuevamente a las características de su plantel.
Las transiciones rápidas con jugadores lentos es una apuesta arriesgada para el plano internacional, donde hay más rigor en la marca y más contundencia para aprovechar los espacios que este equipo genera. Guede insiste en un penal no sancionado para justificar su temprana eliminación ante Botafogo, lo que parece un argumento muy banal para un plantel maduro y costoso.
Si decide quedarse, deberá no solo pensar en refuerzos de alcurnia, sobre todo en la marca y en las variantes ofensivas, sino también en acotar un grupo que -en sus opciones- tiene mucho lastre: Fernández, Véjar, Bolados, "Canchita" Gonzales, Vilches, Fierro, Figueroa y Ríos deberían dar paso a nuevas caras para alternar con los juveniles.
Y, si se anima, a cambiar un discurso que buscó más enemigos que alianzas al interior del club y en el entorno. En Collao, el camino al título se abrió con un penal muy dudoso, lo que no significa que se pueda poner en duda la legitimidad de lo logrado. Si hubiera sido al revés, los iracundos y vociferantes altavoces que tiene el Cacique lo hubieran incendiado todo, lo que no es justo ni grato.
El estilo de confrontación de Guede tiene símiles en la historia y en el mundo. El guaripola mayor es José Mourinho, claro, pero al argentino le falta dar un segundo paso, transparentando su estilo de juego, que se quedó enredado en las derrotas iniciales de un Colo Colo que obligaba a reales definiciones, no como las actuales, que se enmarañan en discursos inútiles de venganza pueril.
Ganó el favorito y de manera contundente. Con oleaje interno, por cierto, pero con la obligación de seducir con una propuesta audaz. Guede aún puede hacerlo con los que importan (los miembros de su directorio) y con el resto (todos nosotros). Pero sería saludable decirnos qué está buscando.