La historia del padre que quiso "reeducar" a sus hijos mimados y a su frívola esposa parece haber llegado hace rato a su fin. No porque la teleserie vespertina de Mega haya terminado, sino porque la historia ha dado inexplicables giros que la tienen absolutamente convertida en otra cosa.
Domingo Aldunate (Francisco Melo) no solamente terminó con la reeducación de su familia (ahora están casi todos trabajando), sino también con el romance que le iluminó la vida por unos meses. Tras el fin de su relación con la vendedora de confeti Pamela Morales (Ingrid Cruz), ahora se conforma con llevar la vida en paz con su esposa (Francisca Imboden) y ambos se dedican al cuidado de su hijo Santiago (Augusto Schuster), hoy en silla de ruedas. Este último también tuvo un inesperado giro en su historia. Tras un accidente, dejó al amor de su vida, la activista Madonna (Paula Luchsinger) y ahora pololea con una chica (Magdalena Müller), también discapacitada, a quien conoció en el instituto de rehabilitación.
La mayoría de los nudos argumentales de esta teleserie se han modificado y ahora los personajes están en conflictos muy distintos a los de los comienzos. Elvis Aarón (Fernando Godoy) olvidó su obsesivo amor por Pamela Morales y ahora está en conflicto con su novia argentina (Yamila Reyna), que fue una villana por pocas semanas y pronto se transformó en una corderita.
¿Qué quiere decir todo esto? Que nos cambiaron la teleserie. Si alguien quería ver cómo el amor vencía las dificultades y las diferencias sociales, perdió su tiempo, porque ahora lo que hay es gente que se conforma con su suerte. Pero como en toda historia el conflicto es imprescindible, se inventaron otros muy distintos a los iniciales: Pamela se convirtió de pronto en madre adoptiva y ahora la madre biológica de su hija se la quiere quitar. Durante la última semana, una pandilla de jóvenes secuestró a la hija de Aldunate, Fer (Nicole Block), para cobrar un rescate millonario, en un giro policial que no tiene nada que ver con la trama inicial, pero que intenta levantar el rating . En su primer mes, en abril, "Tranquilo papá" promedió 20 puntos; en noviembre, 14.
El cambio en busca de las audiencias es parte del género televisivo. Nadie espera guiones inamovibles ni producciones "de autor". Pero sí esperamos que esto sea hecho con fineza y coherencia. Por ejemplo, la muerte de Guillermina (Ximena Rivas) en "Perdona nuestros pecados" (Mega), del mismo canal, se produjo porque la actriz no llegó a acuerdo económico con el canal para el alargue de la teleserie, según ella misma contó en "Primer plano" (Chilevisión). Ella relata que habló con el guionista, Pablo Illanes, para que el final de su personaje fuera hecho con gentileza. Y eso se notó. La historia giró de tal forma que su desaparición se hizo imprescindible para que el villano Quiroga siguiera ocultando sus crímenes.
En "Tranquilo papá" no vemos el mismo cuidado. Esta es la segunda teleserie de las 20:00 horas de Mega cuya historia y consiguiente audiencia van decayendo en el tiempo. Sin embargo, aún hay esperanzas de que, al menos, el romance principal (Domingo y Pamela) retome su cauce. Ellos están lejos y ocupados con sus hijos, pero se siguen añorando. Son pequeños indicios que dan pistas de que no todo está perdido.