Si ganó, en ese caso, generosidad en el discurso y la actitud, ande humilde e inclusivo por la vida, sin ampulosidad ni altanería y tampoco se mande las partes, pero trate de imaginar (no le pedimos que lo entienda) ese concepto que tanto le cuesta: grandeza. Es difícil, pero inténtelo y despéguese de su pequeñez rutinaria y habitual.
Si perdió, en ese caso, sencillez y reflexión, y manténgase reflexionando hasta que las circunstancias y los hechos se lo permitan. La estación meditabunda la emplea para descansar, relajarse e incluso para viajar. Váyase lejos y si puede al extranjero, pero por esta única vez en clase turista. Regrese al país con recato y en silencio, y si algún periodista le pregunta, responda que debe encontrar pega como cualquier chileno o chilena.
Si ganó, en ese caso, está en la etapa de la fragmentación de los más cercanos, porque los mejores puestos son escasos y no hay más que un brazo derecho y un cerebro, y una pera. Cada colaborador aprovechará los momentos a solas con usted, para intentar desbancar al colega del lado, y lo hará con detalles nimios, cosas dichas al pasar y cuestiones que parecen inocentes. A una semana del triunfo, está en esa etapa donde hasta los tiros de gracia son con silenciador.
Si perdió, en ese caso, no se canse de agradecerle a su familia, que fue la que le dio el visto bueno a su candidatura, y se sacrificó durante meses; también al partido y de manera especial a su equipo trabajador, leal y magnífico. Y repita, de nuevo, que seguirá trabajando por la causa y sus convicciones, desde cualquier puesto que le depare el futuro. Una vez dicho lo anterior, pero de inmediato y sin demora, salga a buscar el puesto. Debería estar en eso.
Si ganó, en ese caso, ponga un biombo chino y protéjase de las siguientes personas que son un peligro en potencia: ex compañeros y compañeras de colegio o universidad, primos y primas, sobrinos y sobrinas, yernos y nueras, cuñados y cuñadas, precaución con los compadres y comadres, y mucho ojo con los ahijados. Usted es una persona normal, es decir, perdónese, no se complique la vida y apitute humanamente hablando: un máximo de tres, pero no más que eso.
Si perdió, en ese caso, sea agradecido con la democracia y la ciudadanía, desde luego con los que lo apoyaron, pero jamás se tire contra el resto, más bien al contrario, échese alguna culpa, sin exagerar. El mensaje no prendió porque fue mal transmitido y con más calma estudiará las razones de por qué fue mal transmitido. Que quede esa idea: fue culpa de la transmisión y no de usted.
Si ganó, en ese caso, la ristra de maldiciones, garabatos y juramentos contra los derrotados deben ser orales y jamás escritos. Ojo con los celulares, que filman y graban todo.
Si perdió, en ese caso, la ristra de maldiciones, garabatos y juramentos contra los ganadores deben ser orales y jamás escritos. Ojo con los celulares, que filman y graban todo.