Noel Gallagher - "Who built the moon?"
"Baila, baila, que si haces ese baile te dejaré unirte a mi banda de un solo hombre", canta Noel Gallagher en "Holy mountain", donde el ex líder de Oasis habla de hechizos y de un flirteo donde el cazador termina cazado. El guitarrista y compositor siempre ha sido un fanfarrón y, acompañado de una orquesta de bronces y un coro retro al que han comparado con una canción de Ricky Martin, el single encarna la irónica desfachatez de un músico que conoce tan bien el negocio que sigue causando la misma expectación que hace 25 años.
También representa el tono de "Who built the moon?", su último álbum de estudio junto a su banda High Flying Birds, que ha sido catalogado como su mejor trabajo desde "(What's the story) Morning glory?" (1995). Rótulo desmesurado, pero que celebra el atrevimiento del mayor de los Gallagher para experimentar y no quedarse estancado luchando contra su pasado. Es cierto, "Black & white sunshine" se siente como un racconto y "Fort Knox" -la primera canción del disco- provoca el mismo efecto efervescente de "Fucking in the bushes".
Pero "It's a beautiful world" tiene una atmósfera psicotrópica cautivante -una cachetada a las proyecciones psicodélicas de su hermano Liam- y "She taught me how to fly" explora un territorio inhóspito para el frontman -corte post punk que recuerda los primeros años de New Order después de la muerte de Ian Curtis-; "Be careful what you wish for", que inicia con un homenaje a "Come together", concluye un sueño erótico interrumpido por la aridez del desierto; y "The man who built the moon" corona el álbum como una obra en sí misma, dramática y épica en su desenlace.
Niall Horan - "Flicker"
Por más que acumulen una cuenta de ahorros relativamente generosa dentro de la industria musical por haber sido la boy band más exitosa de la década, los integrantes de One Direction por separado la tienen un poco más difícil. El producto, luego de que los cantantes postularan a "X Factor", recién comenzó a rodar cuando Simon Cowell les vio potencial de equipo, estrategia que inició la historia de récords y delirio adolescente que conocemos hoy. Y ahora que el proyecto se desmembró en cinco partes, empiezan a verse las grietas.
El de al lado ya no está para cubrir al del centro, y en primera instancia ese es el problema del debut solista de Niall Horan. En "Flicker" (2017), el irlandés de 24 años tomó el camino de las baladas pop, con el romance de la guitarra acústica y las letras melosas como su zona de confort, experiencia a la que se aferra en gran parte del álbum, volviéndolo tibio y predecible. A lo más, las distinciones varían entre algunas semejanzas al trabajo de James Blunt y otras a Ed Sheeran.
Al menos, dentro de las pocas sorpresas que tiene el disco se cuenta "On the loose", de corte bailable, y "Slow hands", que acapara toda la personalidad que escasea en las canciones restantes, además de la participación de Maren Morris. Las demás piezas tienen ese aroma nostálgico de fogata nocturna que puede cantar cualquiera. Y que nadie se daría cuenta.