Taylor Swift es una figura a la medida de la industria, posiblemente el producto mejor realizado que los productores estadounidenses han logrado crear en los últimos años. Y para la artista de 27 años no se trata de ser un títere, sino más bien de adaptarse al pulso de los nuevos tiempos y entregar entretención en todas sus posibilidades. Ya lo hizo en su anterior disco "1989" (2014) donde pasó de baladista country a reconvertirse completamente en una estrella del pop, y en su más reciente trabajo "Reputation" (2017) el guión continúa su desarrollo.
De hecho, en la canción que da nombre a su nuevo trabajo dice que no le gusta el drama, sino que el drama viene a buscarla, aunque su vida de teleserie y papel de heroína victimizada dictan lo contrario.
"Reputation" es su disco más oscuro a la fecha sin ser lo suficientemente emo ni introspectivo, pero al fin se arma de valor para apretar el gatillo y disparar algo de rabia contra sus detractores y enemigos, siendo el propio rapero y esposo de Kim Kardashian el objetivo más despiadado. Sin nombrarlo le refriega en la cara su hostilidad desmesurada y sus delirios mesiánicos o un falso abrazo en alguna premiación posterior a la disputa, dejándole en claro que ella es igual de poderosa y que tampoco olvida.
La mujer de "Shake it off" encuentra su espacio en el pop estilizando el hip-hop a través de la música electrónica. "Reputation" tiene un inicio demoledor, con la cantante sorprendiendo por su fraseo intrépido en clave urbana sobre samples saturados en "...Readyforit?" y conformando un equipo de primera línea junto al rapero Future y su amigo Ed Sheeran en "Endgame" -tema con pinta de hit que mezcla los tonos sombríos con un coro hecho para las masas-.