Habló Ricardo Lagos, algunos dicen que es el gran ausente de esta elección. El comando de Carolina Goic, en el que hay muchos laguistas, se apresuró a apropiarse de grandes tramos de la entrevista de Cristián Warnken, quien se declaró "huérfano de Lagos" y dejó hablar largo y tendido al ex presidente. Tras revisar el video, interpretar que Lagos apoya a Goic y no a Guillier parece abusivo, al menos si uno se ciñe a la textualidad. Así que lo del comando de Goic puede ser la prueba de la blancura de que Lagos no es necesariamente lo mismo que el laguismo.
Pero sí hay una apuesta concreta y expresa del ex presidente por autodesignarse como responsable de la unidad de "la fuerza" que formaron la Concertación y la Nueva Mayoría. "Mi obligación es bregar por la unidad de esta fuerza", le dijo a Warnken. Lagos no es preciso a la hora de definir los bordes de la fuerza -no queda claro si aceptaría o no incluir al PC- y tampoco indica cuánto esfuerzo está dispuesto a aplicar en ese empeño.
Pero esto deja varias interpretaciones. Algunos analistas creen que Lagos ha dejado correr la idea de que sus coincidencias con Goic son mayores que las con Guillier, porque así el mismo lunes 20 podría apoyar a Guillier -si este pasa a la segunda vuelta- y llamar a la unidad contra Piñera sin que se le reproche no haber dicho nada antes de la primera votación.
Otros estiman que se está reservando un palco privilegiado para el día después de la elección parlamentaria, cuando empiece el ajuste de cuentas con los responsables de una eventual debacle, sobre todo en el Partido Socialista. El laguismo cita recurrentemente a tres socialistas como responsables de que el ex presidente declinara ser candidato: Álvaro Elizalde, Isabel Allende y José Miguel Insulza. Los tres aspiran a escaños en el Senado y no tienen asegurada la elección.
Las acusaciones de que el narcotráfico ha infiltrado parte de las estructuras socialistas -"hay elementos que han empezado a surgir en algunos ámbitos", dice Lagos en la entrevista- van a tener un papel clave en el reparto de culpas de una eventual derrota. Los expertos consideran que la cultura popular siente un fuerte rechazo hacia el "narco" del barrio o la población, aseguran que los ven como aprovechadores que sacan ventaja de los atajos del delito, abusadores que mandan sobre sus hijos e hijas. Y eso le puede pasar factura a la campaña de Guillier, pero sobre todo al PS de Elizalde.
El hecho es que Lagos se ha autoasignado el papel de unificador de la "fuerza" de la ex Concertación. Entra a disputar directamente un terreno simbólico que también quiere para sí Sebastián Piñera. El candidato de Chile Vamos no oculta su intención de patrimonializar la política de los acuerdos y la continuidad económica de los gobiernos de la Concertación. En el laguismo les parece una locura abandonar ese legado en manos de la derecha simplemente porque a un sector izquierdista crea que tiene aspectos repudiables.
Rearticular un polo concertacionista a partir del lunes 20 enfrentaría virtualmente a Lagos con Piñera en una segunda vuelta, sin tener que poner su nombre en la papeleta de voto presidencial. Sin embargo, adjudicarse ese papel también tiene un efecto sobre el candidato que pase a segunda vuelta en nombre de la centroizquierda (Guillier, Goic o Marco Enríquez-Ominami). De alguna manera, Lagos ha situado a ese candidato en una posición vicaria respecto de él, le ha subordinado a la opinión que exprese desde el lunes. A diferencia de una candidatura presidencial, el mayor riesgo personal que corre el ex presidente es que le sigan considerando un jarrón chino que nadie sabe dónde colocar.