Solo una cosa les pregunto a los candidatos presidenciales: ¿cuándo vamos a salir del subdesarrollo?
Con fecha precisa, eso sí, porque de eso se trata y solo de ese modo podemos comparar las promesas y ofertas.
En términos generales, debimos haber salido hace años, pero por algunas razones no lo hemos hecho.
Es un desafío pendiente y latente, por eso queremos saber: ¿cuándo?
Nunca he leído un programa presidencial, y no es hora de hacerlo, tan solo insistir en esta interrogante acotada y bien precisa: ¿cuándo?
Convengamos en un asunto económico, literario, histórico y melancólico: los compatriotas adultos y mayores, sin duda alguna, pensaban que a estas alturas iban a estar desarrollados o recontra desarrollados.
En otro nivel y en un tren superior.
Tantos años estudiando el asunto, tantas décadas analizando los hechos, tantas estadísticas, cifras, cálculos, números y curvas.
Salir del subdesarrollo. Esa aspiración y ese sueño.
Los chilenos y chilenas se imaginaban en ese mundo y hasta era una meta vital y esencial. Nacer en el subdesarrollo y trabajar y vivir para superarlo, dejarlo atrás, cruzar a otro estadio, derribar los últimos muros y entonces ser desarrollados, integrales y terminados.
¿Cómo será eso?
¿Se sentirá uno más liviano, grácil y alado?
¿Será como subir a una cumbre escarpada, llegar a la cima y mirar el horizonte, mientras las nubes despejan el cielo?
De seguro que afecta el cutis, pero para bien, se pone más terso y menos duro.
¿Se acabará la acidez, amargura, flacidez, encono y rabia?
¿Será como el frío viento cordillerano que limpia por dentro, porque es cosa de respirar nomás?
¿Entrarán más cosas e ideas a la cabeza, como antes al refrigerador y a la cuenta bancaria?
Uno se pone más tolerante, sin duda alguna. Y no ensucia las calles ni los parques, tampoco raya las paredes y no abusa del transporte público. Disminuye la desconfianza y se respeta al vecino que se convierte en el prójimo, aunque el mayor respeto es a la naturaleza, como es lógico, porque nos salvamos todos o nadie.
En ciudades limpias, manejables, ordenadas, amables y nunca tan grandes, porque por algo éramos desarrollados.
Miren el ingreso en dólares por cabeza, pero considerando la paridad del poder de compra, por favor, y no nos engañemos más, porque estamos en otra etapa.
Sin ese maldito prefijo de inferioridad.
Aléjenlo de mi vista y destrocen al sub.
Lejos de la subterra, el subsuelo y el subterráneo.
Distantes de la subcultura y la subdivisión.
Por fin: desarrollados.
Los chilenos con años suficientes de ser tales ya saben la verdad y la respuesta.
Los chilenos que lo ignoran pueden empezar a formular la vieja pregunta.
Mal que mal tienen varias elecciones presidenciales por delante.
Exijan fecha, día y exactitud, aunque sea por costumbre, por el deporte de la política y por la diversión de escuchar promesas.
Pregunten nomás: ¿cuándo vamos a salir del subdesarrollo?
Yo mismo se los digo: se van a morir antes.