Una cámara nerviosa, cerrada sobre sus nucas o en sus rostros tensos, sigue a los protagonistas de "Good Time: Viviendo al límite", un trepidante y doloroso
thriller dramático, ovacionado en el último Festival de Berlín.
Se trata de una película salida del más reciente hallazgo del siempre renovador cine
indie neoyorquino: los hermanos Benny y Josh Safdie, nominados a la Palma de Oro de Cannes por esta película.
Desplegándose en ese Nueva York que solo conocen bien los marginales, desplazados o inadaptados de diversa índole, los Safdie nos introducen en una espiral policial y dramática que no se detiene. Una historia urgente, adrenalínica, que transcurre principalmente de noche, donde los pocos planos abiertos son las grandes tomas aéreas sobre la ciudad. Un drama familiar estremecedor circula en el fondo de todo.
Nick (el mismo Benny Safdie), un joven con una discapacidad mental compleja, está siendo evaluado y atendido en un centro especializado, tras protagonizar un incidente doméstico que involucra a su abuela. Pero su hermano Connie (electrizante Robert Pattinson), un tipo inadaptado, sin control de impulsos, decide que Nick no debe estar allí. En lugar de ello, y con la idea de conseguir dinero para cumplir el sueño de Nick de comprar una parcela donde vivir apaciblemente, Connie lo arrastra en un chapucero asalto a un banco.
Como resultado, Connie terminará en el peor lugar para una persona en su condición: la cárcel de Riker's Island
Ese error echará a andar una extenuante carrera de obstáculos, llena de giros que surgen de la improvisación con que se guían los pasos de Connie. En esa hora y 40 entran y salen personajes atrapados en el remolino que va generando este sujeto que funciona desde su instinto de sobreviviente en un medio que le ha sido y le es siempre hostil; sin más recursos emocionales ni intelectuales que la desconfianza, la temeridad y la rapidez de reacción con que se moldea una vida carenciada.
Lo que hace Connie durante toda la película es correr hacia delante -no hay tiempo, ni modo, de mirar hacia el lado, ni lo que se viene-; saltar al vacío. Esta premura impregna el formato del filme: la secuencia inicial y sobre todo la final están no solo interrumpidas, sino que superpuestas con los créditos.
Las opciones de personas como él son mínimas. Lo que en realidad hace Connie es huir desesperadamente de lo que sabe que es su destino: la cárcel. Irónicamente, el lugar de donde quiere rescatar a su hermano.
El punto es ¿cuál de los dos es más "rescatable"? ¿Un chico con limitaciones intelectuales o uno que se cree por sobre las mínimas reglas de convivencia?
Un torbellino intenso, dramático y singular.
(En cartelera desde el jueves 16).