Se habló mucho de economía en el debate de los candidatos presidenciales anoche, quizá haya sido el encuentro en que más se ha hablado de asuntos económicos. Curiosamente, es el debate en el que menos se habló de las palancas que hay que tocar para que Chile vuelva a crecer con energía. Así, lo que oímos fue "música", como diría Ricardo Lagos.
Los ocho candidatos desgranaron numerosas medidas de nuevo gasto público -auténticos "ofertones electorales" en algunos casos-, pero sólo a Sebastián Piñera los interrogadores le exigieron precisiones sobre los ahorros que piensa realizar. Como es lógico, el candidato de Chile Vamos se negó a detallar dónde piensa recortar esos 7.000 millones que contempla su programa y aunque en el algún momento se sintió tentado a ofrecer detalles, logró resistirse.
Pero, en cambio, no se le brindó la ocasión a Beatriz Sánchez o a Marco Enríquez-Ominami (ME-O) de detallar las numerosas subidas de impuestos que planean y que no ocultan. Sánchez tuvo la ocasión de referirse a su impuesto a los "superricos", pero no supo aplicarlo al patrimonio de Piñera, que estaba a su lado y que le pidió precisiones sobre la base imponible. Tampoco se habló del efecto que sobre la economía tendrían medidas como la nacionalización de empresas que planean Sánchez, Alejandro Navarro y la delirante visión de Eduardo Artés de estatalizarlo absolutamente todo.
Da la impresión de que los únicos dos candidatos que tienen equipos económicos solventes detrás son Piñera y Carolina Goic. Si Alejandro Guillier los tiene, no es capaz de transmitirlo en sus mensajes. ME-O, que maneja conceptos con soltura y autoridad, tampoco es capaz de vislumbrar el efecto combinado de todo lo que dice. "Sea cual sea el elegido, la economía va a crecer", dijo el candidato del PRO. Eso ya se sabe. El problema es cuánto.
El resultado es que el último debate electoral de la primera vuelta volvió a dejar esa impresión de intensa fragmentación que provocaron sus predecesores. Fragmentación formal porque son muchos candidatos y eso impide el debate. Y fragmentación de fondo porque los candidatos ya se han convertido en expertos a la hora de aceptar las preguntas y contestar lo que les da la gana.
La máxima maestría en esta materia la exhibe ME-O. Con el desparpajo y la soltura que tiene ante las cámaras (que, todo hay que decirlo, lo quieren) es capaz de salir de un careo donde se le confrontó por sus duras acusaciones contra Guillier de que está ligado al narcotráfico arrojándole a la cara al periodista una frase sacada de una serie de Netflix: "¡El narco llegó! No falte a la verdad, el narco llegó... El tema no es él ni yo, es el narco".
Ese fue quizá el momento más bajo de ME-O en un debate.
Pero también Guillier tuvo problemas a la hora de explicar su postura sobre las isapres a las que promocionó en el pasado y ahora critica. "Mi rol como periodista es uno y mi rol como gobernante es otro", dijo. No estuvo fresco Guillier en el debate, pese a que durante el día había recibido el respaldo sin matices de la presidenta de la República, aunque fuera utilizando como médium a su madre, Angela Jeria.
El debate permitió descartar a dos de los aspirantes -Navarro y Artés- que son además los que menos marcan en las encuestas y que tienen poco que hacer el 19-N. El asunto de las vacunas ha terminado arrasando la credibilidad de Navarro. De nada le sirvieron anoche las cortinas de humo que intentó tender sobre el asunto.
José Antonio Kast cumplió con el papel que ha venido exhibiendo en esta campaña. Tuvo una afirmación fuerte: "Si alguien cree en el aborto, que no vote por mí". Fue rotundo y sin medias tintas en los temas valóricos. No estuvo preciso, sin embargo, en los asuntos económicos. Su crítica al informe Doing Business del Banco Mundial, sobre la facilidad para hacer negocios en un país, no se entendió.
Rotunda también fue Beatriz Sánchez cuando dijo que su programa incluye asumir las ideas del movimiento contra los fondos de pensiones y crear un nuevo sistema de seguridad social. ¿De dónde saldrán los fondos para levantar ese nuevo sistema? Eso es un arcano. No figura en su programa. Pero ayer era la noche de gastar, no de generar riqueza.