Para cuando vuelva el campeonato de Transición, el 24 de noviembre, es posible que la venta del Canal del Fútbol ya se haya concretado, pese a las denuncias de presiones indebidas, lobby descarado, desinformación y una increíble falta de transparencia en el proceso, que ha contribuido a la generación de rumores altamente dañinos para la probidad de las sociedades anónimas y el actuar de los oferentes.
Sea cual sea el ganador, es altamente probable que el proceso se judicialice retardando lo que más esperan los dirigentes del Consejo de Presidentes: el pago pronto de las primeras regalías.
Para entonces, finales de noviembre, es probable que ya hayan encontrado al nuevo seleccionador nacional, aprovechando que varios de los candidatos principales ya están en condiciones de negociar con una Federación que tampoco ha dado muestras claras de lo que anda buscando. Para entonces, antes de que la fecha comience, ya tendríamos luces claras del nuevo "proceso" que tiene una sola cosa clara: las selecciones menores seguirán tal cual están hasta ahora.
Para cuando se reanude la lucha, es factible que en Quilín hayan entregado una maqueta de las instalaciones de Chicureo, la nueva locación que han elegido los dirigentes nacionales para levantar el laboratorio de las selecciones, se dice que de la mano de Juan Antonio Pizzi, quien entregó las líneas generales al arquitecto Gonzalo Mardones. Como Pizzi, al parecer, ya se fue, y sus posturas públicas sobre varias materias trascendentes, como la disciplina, la táctica y su parecer sobre el fútbol menor quedaron en la nebulosa; sería pertinente que el nuevo entrenador le echara una miradita al proyecto por si algún detalle no está del todo claro o se puede perfeccionar.
Para cuando los candidatos -al título y al descenso- retomen la competencia, sería saludable que lo hicieran con la certeza de cómo se jugará el próximo campeonato. La principal virtud de los torneos cortos (y sin playoff) es que, pase lo que pase, habrá emoción garantizada sobre el tramo final porque es difícil que un cuadro pueda escaparse. Hay cuatro equipos con chance de ser campeón, y aunque ninguno convence completamente y no parece haber favoritos, es indudable que este inexplicable receso daña la emotividad del final, aunque ya esté demostrado que somos capaces de sobrevivir a todo. Incluso a la indefinición del campeonato que regirá en 2018. Y ya estamos en noviembre.
Para cuando el campeonato se reanude, nos habremos olvidado de las dudas que genera la U, de las enormes goleadas que se come la Unión de Palermo cada vez que pierde y la irregularidad del Everton del "Vitamina" Sánchez. Y, por supuesto, de la verticalidad de Colo Colo y las acusaciones de Pablo Guede sobre una conspiración que afecta a los "grandes" del club pasarán a segundo plano por un rato, porque jugaremos las últimas tres fechas a partir de cero, presas de una amnesia que a veces nos favorece, porque nos permite olvidar que la tabla es mucho más linda y apasionante que la realidad del fútbol chileno.