Esto es como la delincuencia o la educación: un problema grave que debemos enfrentar unidos.Los hechos son alarmantes e indesmentibles.
Chile está entre los 20 países más obesos del mundo.
El 67 por ciento de la población adulta luce exceso de peso.Y ahora llegó lo último: lideramos el índice de mujeres obesas en Sudamérica.Es algo, por lo demás, que veníamos notando en todo el país.
En el lento chirriar de las escaleras mecánicas de los malls.
En las pavorosas y engorrosas dificultades al enfrentar una puerta de torniquete.En los ministerios y en las bancadas, y cosa curiosa: en las seremi, en general, donde ya no se sabe que fue primero: si el cargo o la obesidad.
En los rostros rozagantes y juveniles del Frente Amplio al Parlamento.
Lo que existía en los chilenos, ahora se extiende por las chilenas.
Los niños nacen sanitos y al año están gorditos.
El crecimiento del país trae beneficios, pero cuidado, también emprendedores guatones y guatonas consumistas.
El Chile emergente es resiliente, pero también guatón.
El pasado 11 de octubre se celebró el Día Latinoamericano de Lucha contra la Obesidad. El próximo noviembre dos fechas: el 12 es el Día Mundial contra la Obesidad y el 14 el Día de la Persona Obesa. Y el tercer domingo de mayo es el Día Europeo de la Obesidad.
Esta diversidad de días es contraproducente, porque el obeso, ante un día de conmemoración o recuerdo, lo único que hace es celebrar. Es decir, comer y tomar en exceso, debido a que un día es un día y se trata de una fiesta.
¿Qué relación puede existir entre el día del guatón eslovaco y Chile? Se diría que ninguna, pero no hay que equivocarse: el guatón es global. Y hasta descarado en sus motivos internacionales. Se conoció el caso de guatones de provincia que celebran la independencia de Cataluña. Y si no es la independencia, será la unidad de España. La cosa es celebrar, porque para un guatón o guatona el transcurso del mundo y su historia no son más que un largo pretexto.
Algún jueves fue el triunfo de la Selección de Chile. Y el siguiente martes fue por la derrota y el consabido consuelo.
Esto puede parecer absurdo, pero el cobre superó los tres dólares la libra, y rápidamente aumentó la compra de carne en supermercados.
Estamos a punto de ingresar en meses de elecciones y el gordo o gorda siempre querrá una segunda vuelta y en ningún caso terminar en la primera, porque eso implica un final menos, para la fiesta o la desazón. Lo de izquierda o derecha son aspectos secundarios.
Ya no se necesitan más pruebas y es cosa de ver el éxito de los programas viajeros y gastronómicos en televisión abierta, donde hay permiso para comer sin culpa ni medida, porque el espacio es cultural y hasta patrimonial.
Entre paréntesis, la idea de que la tele engorda y la gente que aparece -periodistas, panelistas, especialistas, comentaristas- se ve guatona, pero no es guatona, es una socorrida leyenda urbana totalmente falsa, que no pone el dedo en la llaga, pero sí en la guata: el obeso es más escurridizo que replicante y más astuto que mutante. Contra eso nos enfrentamos.