En novelas como
El cielo árido y Las tierras arrasadas, más que en sus obras anteriores, Emiliano Monge ha abordado con precisión de cirujano el principal mal que aqueja a México:
la violencia que asedia la historia y la vida cotidiana. Si la primera trataba de los caudillos locales y el ejercicio despiadado del poder que antecedió con mucho a las prácticas de los carteles de la droga, en la segunda abordó certeramente el terrible destino que amenaza a los centroamericanos que quieren usar México como un pasadizo que, con demasiada frecuencia, se transforma en un muro, una tumba, una multiplicación del sufrimiento. Esta colección de cuentos aborda también la violencia, pero desde otros ángulos. Son narraciones feroces e implacables, en las que el azar asoma su rostro menos amable y en encuadres poco tradicionales.
Monge apunta al mal que siempre descubre cómo concretarse, cómo desencadenarse, cómo soltar las amarras y envolver con un áspero y frío sudario las vidas de los protagonistas. Una niña minusválida sobreviviente de un tiroteo despierta la compasión de todo el país, pero, en cuanto articula palabras, en cuanto demuestra que es capaz de hablar a pesar de su microcefalia, todo se vuelve en contra de ella. Un padre quiere salvar a su hijo durante una ventolera infernal y la amenaza se alza sobre él donde y cuando menos lo espera. Una pareja migra a un pueblo donde los pocos habitantes que quedan parecen no verlos; demasiado tarde descubrirán que "el silencio empieza dentro de la boca".
Que a veces la locura sea el detonante de la violencia, como en "Mejor hablemos de mí", solo viene a completar el mapa, no a ponerlo en cuestión.
Estas narraciones no solo escenifican la violencia, sino también la hipocresía, el desapego y la rotura de los lazos sociales. Luego del terremoto de septiembre ha asomado otro México, el de la solidaridad y de la capacidad de construir redes de apoyo, buena demostración de la capacidad de reacción de un país complejo y fascinante; pero eso no niega tampoco el latido interno de la violencia fratricida que agobia amplias regiones del país. Monge es un escritor incómodo, por su lucidez e incapacidad de hacer concesiones: lo que muestra en sus relatos y novelas, acentuado además por un fino trabajo de estilo, remece la sensibilidad y obliga a tratar de pensar de otra manera, para poder asimilar lo que de verdad hay tras el llanto, el dolor y la capacidad de hacer sufrir al otro, a los otros, los más grandes males.
Emiliano Monge Literatura Random House,
México, 2017.
150 páginas.