Habría sido muy difícil para la mayoría de las culturas que nos precedieron y de las que hoy somos parte, comprender su mundo y comprenderse a sí mismos sin las historias de dioses y héroes -la mitología- con virtudes, debilidades, frustraciones y glorias, amores y peleas. Pero eso se ha acabado. Hoy la realidad es todo.
¿No era más fácil y tal vez también más bello encontrar en esas historias la explicación de muchos de nuestros sentimientos y acciones? Por ejemplo, ¿se atrevería alguien a decir que los movimientos de los jóvenes rebeldes a través del mundo no son más que una forma moderna del complejo de Edipo? Jamás. ¡O que los jóvenes quieran volver a soñar! No está en la agenda.
La sociología y la psicología y las ciencias en general se han hecho cargo de que las leyendas se acaben. Y tal vez también la forma en que hoy educamos a los niños y jóvenes para sobrevivir bien a la dura realidad que será su futuro.
Hay algo triste en esto. ¿Cuándo entonces tiene valor la fantasía? En los sueños, sí. Ya ni siquiera en las conversaciones. Y crecientemente poco en los valores.
Si fulano se saca un cinco en matemáticas, pasa. Pero quién evalúa la responsabilidad, por ejemplo, que será en la vida más importante que saber sumar o restar (hoy tenemos además las computadoras que hacen esa pega). Se pasa de curso por las notas en las ciencias. Nadie repite curso por mala nota en responsabilidad o en empatía. Si fue mal portado por original, ya lo han mandado al psicólogo para ver por qué es poco responsable y qué se puede hacer para cambiarlo.
La conciencia y la moral son difíciles de evaluar, pero la mayoría de los colegios tienen ya calificaciones subjetivas para ayudar a los niños a adaptarse al mundo como es y no como quisieran ellos que fuera.
El costo de este fenómeno es la pérdida del valor de la fantasía, la pérdida del valor de las leyendas. Ambas son necesarias para resistir bien la vida adulta. Pero no se relacionan con el rendimiento, por lo tanto, no se califican. Me decía un profesor africano que estaba sorprendido de la educación en Chile. Le parecía copiada de otros continentes. "Es una pena. Por eso aquí hay tan poca originalidad".