Laia Jufresa, Brenda Lozano y Valeria Luiselli son algunas de las escritoras menores de 40 años que están ampliando el panorama de lectura en México y en toda Iberoamérica. Umami, de Jufresa, apareció en México en 2015; luego, fue editada en España; y en 2017, en Chile. Justo reconocimiento para una primera novela construida de manera coral, con varias voces narrativas que hablan desde los mismos lugares, pero en años diferentes. El grueso del libro transcurre en la "privada Campanario", un conjunto de cinco casas cuyo dueño, un antropólogo especializado en temas alimentarios, bautizó con nombres de sabores: Ácido, Amargo, Dulce, Salado y Umami, que es donde él vive y recuerda a su mujer, muerta por un cáncer. "Todos esos eventos mundiales, caídas de muros y monedas, dramas privados y nacionales, ni quién los extrañe, fueron nada. Uno lo que extraña es lo repetido". Esa pérdida no es la única en la novela. En la Casa Ácido hay una madre ausente. Pero la más punzante es la de los Pérez Walker, que arriendan la Casa Dulce y la Casa Salado. Eran seis, los padres y los cuatro hijos, y ahora son cinco, porque Luz, la menor, murió ahogada.
Luz tiene voz en la novela: no es solo la pérdida, sino también la presencia, y sin duda uno de los grandes aciertos de la novela es esa voz, su invención de palabras, su manera de asimilar lo que le dicen los adultos, su creación de un mundo pleno de estímulos y de novedades. Y esa riqueza es también lo que acrecienta el dolor de su ausencia. De esos materiales -pérdidas y nostalgias, dolores y descubrimientos- y de un lenguaje vibrante en la inventiva, en la sintaxis a ratos atropellada, en el manejo de lo coloquial y en el uso de localismos, está hecha Umami, una mirada intensa y profunda sobre la vida cotidiana en el México contemporáneo. Y sobre los sabores. Sobre el umami, sabor que tienen las anchoas, los espárragos y el queso parmesano, y, más en general, los alimentos que tienen glutamato de sodio, el familiar ajinomoto que se usa para darle más sabor -más umami- a la comida peruana. Antropología y cocina, Japón y México, el mapa de la lengua y de sus sensibilidades, condimentan una novela que impone su propio sabor, su sabiduría lingüística, su desfile de personajes entrañables, su arquitectura compleja que guarda descubrimientos en cada capítulo, en cada voz que se despliega a lo largo de las páginas y de las casas que habitan.
Laia Jufresa Kindberg Ediciones, Valparaíso, 2017. 272 páginas