Los o las cónyuges de los candidatos presidenciales deben permanecer en segunda línea y no tentarse con la prensa ni con la exposición pública, por una simple y evidente razón: el único interés está en la otra persona y no en ustedes.
Están de rebote o refilón en esta historia y necesitan asumir con hidalguía, sin ira y menos con resentimiento esa condición lateral y secundaria cuyo destino natural son las esquinas y las sombras.
Estamos hablando de inmolación, sacrificio y hasta de injusticias que se deben aceptar y tolerar.
Además, digamos las cosas como son.
Una relación de pareja es un sistema complejo de relaciones y en ningún caso una relación celular y elemental.
Entre los o las cónyuges se cultiva el espíritu crítico, constante, ácido y permanente.
Eso está en la esencia de cualquier pareja y se encarna en los enjuiciamientos diarios, el reproche permanente y la mueca decidora.
Esa tensión interior es lo que engrandece y enriquece el vínculo.
Lo densifica y le aporta capas de sabiduría y aguante.
En otras palabras: nunca están de acuerdo.
Pero con ustedes es lo contrario: los apoyan, admiran, elogian y aplauden.
La sintonía es total y absoluta, coinciden con sus pensamientos, siguen sus obras y están al pie de la letra, alineadas y alineados.
Eso no se lo cree nadie.
Ni los chilenos ni las chilenas casadas, juntadas o rejuntadas.
Tampoco los hijos e hijas porque han visto a sus padres discutir y pelear durante años, pero ahí están.
La disparidad de criterios y los análisis enfrentados es lo que conforma un sistema complejo, y de otra manera no hay más que partículas básicas, primitivas y primarias.
Así que esto es por su bien y, por favor, no se expongan inútilmente.
Y por supuesto que se pueden expresar libremente, como todo ser humano, pero lo ideal es el Twitter y el enfoque, eso sí, debe ser general y pleno de sentido común. Nadie les pide más.
Ejemplos:
"Lo decidí: nunca más a las bolsas plásticas".
"Terminé el último libro del Nobel Ishiguro: El gigante enterrado. Qué bien escribe el autor japonés (sic)".
"Ya se siente la primavera en Chile".
No hay mejor remate que la gran historia.
Recordemos entonces a Winston Churchill cuando le solicitó que mejor tomara vacaciones a Clementine Hozier, su señora esposa, lejos del Támesis, el Big Ben y de la contaminación de Londres, en ese tiempo contaminada. La mandó un año a Borneo, otro año a las Nuevas Hébridas y después a las Molucas.
Y mencionemos, ya para terminar, que la Primera Ministra de India, Indira Gandhi, le encargó al bueno de Feroze Gandhi, que encabezara una expedición en busca del perdido reino de Shangri La, con apenas una pista: estaba en algún lugar de China.
Los resultados están escritos.
Lady Clementine conservó eternamente el carácter distinguido y distante, y Churchill fue lo que fue.
El intrépido Feroze jamás encontró el reino perdido de Shangri La, pero Indira fue durante 15 años la Primera Ministra de la India.
De eso se trata.