Al analizar la reciente minuta antiPiñera que el comando de Alejandro Guillier dirigió a sus adherentes, uno constata que, más que poner en tela de juicio al favorito de la carrera presidencial, el documento interno terminó convertido en un bumerán contra el propio Guillier. En rigor, se trata de un minimanual que abandona el tono más bien propositivo que el senador ha intentado hasta ahora y abraza uno descalificador, un viraje tan drástico como sorpresivo, que puede obedecer a que el candidato entró en pánico al no remontar en las encuestas frente a Piñera.
Tres parecen ser las principales debilidades de la minuta. La primera: en lugar de celebrar las fortalezas de Guillier, busca dividendos tratando de infundir pánico ante una eventual victoria de Piñera. Es como si una compañía aspirara a vender sus productos no enfatizando la superioridad de estos sino la mala calidad de los del competidor, o como si un novelista promoviera su nueva novela no hablando bien de ella, sino mal de las de sus colegas. Los chilenos, escépticos ante la clase política, no se dejan convencer hoy fácilmente por campañas del terror. Parecen preferir, en cambio, propuestas que sugieran conocimiento de las materias. Si la Nueva Mayoría parece manejar ciertos temas presupuestarios según el lema "después de mí, el diluvio", Guillier parece hacerlo según "yo o el caos".
La segunda debilidad dice relación con la excesiva influencia alcanzada por los comunistas sobre Guillier. La candidata DC, Carolina Goic, viene denunciando hace tiempo esa hegemonía. La minuta lo deja de manifiesto: exhibe el tono, lenguaje y rasgos de la concepción PC. Uno de sus redactores es Juan Andrés Lagos, alta figura comunista; el otro es un militante del PR.
Sin embargo, el documento no tiene resonancias socialdemócratas. Basta con darle un vistazo para comprobarlo. Aparecen allí guiños a la lucha de clases: "Debemos generar un fuerte contraste y establecer con mucha fuerza que esta elección se trata de 'nosotros' (la gente) contra 'ellos' (los poderes que se coluden, el lobby , etc.)". Este planteamiento de corte algo apocalíptico huele al concepto "los poderosos de siempre" de inicios de la administración, indeleble como la "retroexcavadora" del senador Quintana.
En la minuta hallamos también la descalificación del adversario político, propia de sectores enemigos del pluralismo y la democracia liberal: "Debemos decirles a ciudadanos y ciudadanas que SP es un riesgo para el país". También nos encontramos en el texto con la táctica PC de gobernar con un pie en La Moneda y otro en la calle: "no nos esconderemos en La Moneda", anuncia la guía. Tampoco suena a socialdemócrata o PR la instrucción que imparte la minuta para "atacar a los lobbies , a los empresarios y políticos que no defienden a la gente". El documento confirma los temores de sectores moderados DC, y permite imaginar quién llevaría la voz cantante en un eventual gobierno de Guillier.
Las teorías conspirativas tampoco son propias de la socialdemocracia, pero resultan claves en esta minuta. Dos ejemplos: "Nuestras propuestas han sido invisibilizadas por los medios de comunicación", y "se dice que no tenemos propuestas, pero eso es falso. Los medios no han difundido nuestras propuestas". Una acusación odiosa e injusta, viniendo de un candidato a menudo criticado por haber eludido entrevistas.
La tercera debilidad dice relación con la interrogante que la minuta plantea con respecto al carácter de Guillier: ¿Cuál es, en definitiva, el verdadero Guillier? ¿El hombre que hasta hace poco aparecía conciliador, mesurado, tolerante, celebrando isapres o diciendo que (en otra elección) votaría por Piñera; es decir, el bonachón amable, identificado con el estilo "clásico" de la bonhomía radical chilena, o el que aparece ahora de pronto atacando de modo frontal, visceral y personal a Piñera? Sobre Guillier, ahora uno puede preguntarse algo parecido a lo que se pregunta sobre la Presidenta: ¿Cuál es la verdadera Bachelet? ¿La de su primer gobierno o la actual? ¿Cuál es entonces el verdadero Guillier? El senador debe optar por un rostro de aquí en adelante. Su repentino giro terminará perjudicando la proyección de su carácter y liderazgo.
Pero lo peor de la minuta de Guillier es lo siguiente: busca instalar desde ya la peligrosa idea de que el probable próximo presidente constituye "un peligro para el país", y representa a siniestras fuerzas de carácter minoritario que abrigan planes inaceptables para la ciudadanía. Eso atenta contra el espíritu republicano y la convivencia cívica, y atiza la polarización y la intolerancia políticas en Chile si él no gana las elecciones.