Desde hace ya seis años se lleva a cabo la Primavera del Libro, que reúne, en el Parque Bustamante, a las editoriales independientes. El calificativo merece una explicación. Cuando la industria editorial mundial comenzó a agruparse en grandes grupos que reunían distintos sellos editoriales (proceso que aún sigue), casi de inmediato se produjo la reacción opuesta, el nacimiento de pequeñas editoriales de nicho, muchas de ellas con propuestas originales y diversas dirigidas a lectores más exigentes (también las hay netamente comerciales, y las que funcionan como una marca disponible para quien pueda pagar). El resultado, de cualquier modo, es que se ha ampliado el horizonte de posibles lecturas (aunque no sea oro todo lo independiente).
Una de las notas distintivas de esta Primavera del Libro fue la propuesta de poesía escrita por mujeres. Alquimia editó libros de Eugenia Brito, Damaris Calderón y Soledad Fariña, prologados también por mujeres; Edícola amplió su excelente colección de poesía con
Chintungo, de Soledad Marambio; Overol publicó el primer libro de Emiliana Pereira,
Nada es hombre, nada es tierra; y en las plaquettesde Cuadro de Tiza, una editorial inagotable a la hora de hacer propuestas, apareció
Catábasis, de Verónica Jiménez. Cuadro de Tiza publicó una selección de textos sobre poesía y filosofía de Novalis, un clásico, además de ensayos de Nadia Prado, Sergio Rojas y Serge Margel. En el ámbito de la teoría destacan dos nuevas publicaciones de La Cebra, editorial argentina gestionada por chilenos y con una hermana gemela en Santiago, Palinodia.
Se trata de la reedición de
¿Un sujeto?, de Jean-Luc Nancy, y, sobre todo, de una nueva traducción de
Psyché. Invenciones del otro, de Jacques Derrida. Alquimia, con los diarios de Juan Emar, y Ediciones Universidad Diego Portales, con los diarios de Raúl Ruiz, uno de los libros más vendidos en esta primavera, marcaron la pauta de la edición de textos muy relevantes para entender mejor la relación con su obra y con su país de dos grandes creadores chilenos. En el apartado de las rarezas, destacan
Algunos fantasmas chinos, de Lafcadio Hearn (Montacerdos), un irlandés que terminó adoptando Japón como su segunda patria y que dejó libros inolvidables en su exploración de Oriente, y
Chomei en Toyama(Lecturas Ediciones), la reescritura que el poeta inglés Basil Bunting hizo de un clásico japonés del siglo XII. En narrativa hay muchas novedades, pero el espacio obliga a mencionar solo dos:
Carrascal boca abajo (Das Kapital), de Claudio Rodríguez, y
No me vayas a soltar(La Pollera), de Daniel Campusano.