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Cartas
Viernes 13 de octubre de 2017
Estocada por la espalda
Señor Director:
Los políticos han cruzado en estos años líneas muy peligrosas, como las de la decencia y la rectitud. Y han sido castigados popularmente por ello: su prestigio está en el suelo. Pero no nos dejan de sorprender todos los días con acciones o actitudes no solo poco éticas, sino también antiestéticas, como si no hubieran aprendido nada de esta crisis que tiene al país sumido en un clima de desconfianza generalizada. No se ven a sí mismos desde afuera, o simplemente ya se instalaron en un cinismo definitivo, la antesala de la descomposición total (como ha ocurrido en Brasil o Argentina).
La carta -impulsada claramente por el comando de Guillier- para asegurar el apoyo mutuo en caso de segunda vuelta de los dos candidatos de la Nueva Mayoría (o ex Nueva Mayoría) y firmada por un grupo de diputados democratacristianos es un acto de deslealtad que claramente debilita la candidatura de su correligionaria Carolina Goic. La deslealtad es un disvalor que corroe las relaciones humanas y disuelve nudos centrales del afecto mutuo que deben imperar mínimamente en cualquier comunidad o grupo humano, incluyendo los partidos políticos (si seguimos considerando a estos grupos todavía humanos).
La estocada por la espalda a su propia candidata a semanas de la primera vuelta es un gesto artero, indecente. Pero Carolina Goic ya ha debido soportar este tipo de canalladas, y demostró un coraje poco usual en la junta nacional de su propio partido, un coraje que creíamos extinto en la política chilena. ¿Qué unidad real se puede construir a partir de este tipo de acciones, propias de una montonera aferrada desesperadamente al poder? Porque a lo que se aferran Yasna Provoste, Aldo Cornejo, Gabriel Silber y antes Ricardo Rincón y muchos otros "honorables" DC es al poder, a sus pequeñas parcelas de poder. Ellos no están pensando en su partido, en su coalición, ni siquiera en Guillier, y menos en el país; ellos temen perder sus cuotas de poder propias de un caudillismo clientelista que la candidatura de su camarada Carolina Goic pone en peligro. Los "compañeros" (qué bella pero vacía palabra) del Partido Socialista ya hicieron lo mismo con Ricardo Lagos.
Para quienes alguna vez creímos en un proyecto de centroizquierda decente, este espectáculo es patético y lamentable, casi ignominioso, y nos coloca al borde de la desilusión total si no fuera por figuras nuevas y esperanzadoras, como la de Carolina Goic, que hasta ahora ha demostrado un coraje y serenidad impresionantes. Ojalá florecieran más liderazgos como el de ella y los partidos se limpiaran de operadores y caudillos mezquinos y desleales que tanto daño le han hecho a la política, a la ética, al país.
Cristián Warnken