Horas decisivas. Iniciamos la recta final de la campaña presidencial y parlamentaria 2017. En los próximos días, y en el marco de la nueva legislación, veremos la propaganda en las calles. La realidad de este momento es que la derecha política, económica, social y cultural ha construido una opción sólida para su mundo. Su principal problema es la candidatura que tiene a su derecha, José Antonio Kast, en la interrogante de cuántos votos obtendrá este último, y dada la naturaleza de la campaña de Kast y su nicho electoral, es si esos votos son mayoritariamente traspasables al candidato principal de la derecha, que es Sebastián Piñera.
Frente a esta derecha, con dos candidatos, pero indiscutidamente con Sebastián Piñera como primera opción en ese espectro político, las fuerzas progresistas nos presentamos divididas en 6 candidaturas. Con los números de hoy, todo indica que habrá segunda vuelta, y se está construyendo un escenario similar a cuando la derecha llegó a La Moneda el año 2009. En aquella oportunidad, en primera vuelta, las fuerzas progresistas obtuvieron el 56% de los votos, es decir Eduardo Frei, 29%; Marco Enríquez-Ominami, 20%; y Jorge Arrate, 6%. Mientras que Sebastián Piñera, aquella vez en primera vuelta, obtuvo el 44%. No obstante ese resultado el 2009, por no haberse construido un acuerdo político básico entre las tres candidaturas que representaban la mayoría, en la segunda vuelta Sebastián Piñera logró transformarse en mayoría con el 51% de los votos. En mi opinión, y para no repetir lo del 2009, debe hacerse ahora y no después del 19 de noviembre, un acuerdo político de respaldo mutuo en segunda vuelta entre las candidaturas que expresan las fuerzas políticas y sociales principales; es decir: Guillier, Goic, Marco Enríquez-Ominami y Beatriz Sánchez. Dado que los días que median entre primera y segunda vuelta en esta oportunidad son menos de 30, lo responsable frente a la mayoría ciudadana que respalda esas cuatro candidaturas es ponerse de acuerdo previamente. La señal más clara es que los cuatro candidatos mencionados digan públicamente que respaldan a cualquiera de los otros tres que pase a segunda vuelta.
El acuerdo político mencionado anteriormente es imprescindible. Cualquier candidato de las fuerzas progresistas mencionadas requiere el apoyo de los otros -político y electoral- para triunfar sobre el candidato de derecha Sebastián Piñera en segunda vuelta. Lo demás es "música". El tema de fondo es que un eventual triunfo de la derecha para las fuerzas progresistas mencionadas sería una derrota no solo electoral en lo inmediato sino una derrota en lo estratégico. Lo que está en juego es el carácter de la sociedad chilena, y para las fuerzas progresistas el triunfo de la derecha, sin duda que democráticamente legítimo, implica, en palabras del Presidente Lagos, el retorno del mercantilismo y una involución cultural.
¿Qué significan ambos retrocesos?
1. La derecha y su candidato nos han anunciado que quieren modificar la ley de inclusión, la que en este gobierno terminó con el lucro en la educación básica y media, la selección y el copago. Es decir, en esta materia el candidato de derecha ha sostenido que es partidario de volver al copago, de legitimar la ganancia particular con recursos fiscales y retornar a la selección. Quiero resaltar que al año 2018 el 85% de las familias cuyos hijos están en la educación particular subvencionada podrán mantener a sus hijos en los colegios que eligieron sin pagar un peso de copago.
2. La derecha y su candidato han sostenido que la gratuidad en educación superior se congele en el 50% más vulnerable, y ofrecen para los deciles superiores lo que podría llamarse gratuidad con deuda. A diferencia de lo que hemos hecho los progresistas en esta materia, sostienen que el sexto, séptimo y eventualmente el octavo decil, es decir, centenares de miles de familias de clase media, puedan estudiar gratuitamente, pero una vez egresados devolverle al Estado parte de la gratuidad obtenida. Nosotros sostenemos lo contrario, que la gratuidad debe expandirse, pero sin deuda futura.
3. En materia tributaria, hasta ahora la derecha y su candidato nos han anunciado que quieren congelar en un 25% el impuesto de primera categoría a las empresas y no en un 27%, que es la ley aprobada por Bachelet. Pero además nos han dicho que quieren volver al sistema integrado; es decir, que el pago del Impuesto a Primera Categoría es un crédito en función del pago del Impuesto Global Complementario. La suma de las dos decisiones anunciadas implica una merma de alrededor de US$ 2.500 millones anuales que han sido y son la base material del fin al copago, de la gratuidad extendida al sexto decil, a lo menos; de la infraestructura hospitalaria en construcción, etc. Está clara la diferencia entre la derecha y nosotros.
4. En materia de la ley de despenalización del aborto en tres causales, aprobada en este gobierno, la derecha y su candidato nos han anunciado su revisión. En este tema, incluso, el intelectual orgánico de la derecha en Chile, el peruano y Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, por esta posición los ha tratado de "derecha cavernaria".
He mencionado cuatro ejemplos que nos diferencian de la derecha y su candidato. En ellos se expresa la involución cultural y el retorno a un capitalismo desenfrenado. Con estos antecedentes ¿no habrá llegado el momento para que los cuatro candidatos mencionados de las fuerzas progresistas -ahora y no después de la primera vuelta- lleguen a un acuerdo político, programático y de gobernabilidad básico, que nos permita seguir avanzando en la construcción de una sociedad justa y libre y no retroceder? La responsabilidad la tiene cada uno de ellos.