En la declaración más destemplada de lo que va del año, Ricardo Lobos, gerente de administración y finanzas de Blanco y Negro, dijo a propósito del supuesto incumplimiento del convenio que liga al club con Under Armour, que "el pueblo colocolino tiene que saberlo. Les digo a estos señores americanos que con Colo Colo no se juega. Estamos muy molestos". Es decir, como no creo que esté acusando a su principal auspiciador, al decir "estos americanos", insinúa quizás que Estados Unidos, Donald Trump y la CIA podrían haberse sumado a la lista de interesados en perseguir al Cacique. Y llama a la rebelión, básicamente, porque no logró vender todas las camisetas 10 que había calculado y no le permitieron hacer negocios con el
retail.
Es un hecho: se sienten vulnerables, acosados y perseguidos.
Como era previsible, la decisión de pasar a Valdivia al Tribunal de Disciplina por sus dichos en contra de Gamboa gatilló otra escalada persecutoria en el club, que se ha especializado en los últimos años en denunciar complots y conspiraciones en su contra. Si se va a aplicar el reglamento al pie de la letra, los dichos de Esteban Paredes para defender a su compañero parecen más posibles de proceso. Una cosa es decir que un fallo "fue estúpido" y otra que hay una "persecución hace tiempo".
Mientras en el plano directivo se aferran con fuegos de artificio a la entelequia del traspaso de acciones de Aníbal Mosa a la Corporación (sin que exista hasta ahora ni una sola señal de cómo se concretará y financiará), la estrategia de la victimización cobra fuerza, tal como sucede cada vez que los resultados no acompañan.
El plan de poner a Raúl Ormeño a enarbolar la tesis de que "los talentosos deben ser protegidos dentro de la cancha" se cayó apenas nació -por razones obvias- y no vaya a ser cosa que pongan al mismo Ormeño a defender la libertad de expresión, olvidando que marginó a Leonel Herrera del "Colo Colo de todos los tiempos" por criticar a Pablo Guede.
El reglamento que permite a Valdivia, o a cualquier otro jugador que ponga en duda la probidad de los jueces (como Paredes, por ejemplo), es una mala cosa, aprobada por los presidentes de clubes bajo el mandato de Sergio Jadue. Dice, en su parte más cuestionable, que "cualquier acto que pudiese provocar el descrédito, menoscabo o que pudiere afectar la transparencia de la actividad futbolística en su conjunto, o de los personeros que la representan, será sancionado de cuatro a cincuenta juegos de suspensión o de un mes a tres años de inhabilitación, según corresponda".
Si quieren hacer algo valioso, propóngase derogarlo, modificarlo, clarificarlo o, sencillamente, quemarlo. Porque de otra manera, siempre estarán disparándose en los pies. Cuando lo aplican y cuando deciden no aplicarlo.