Difícil imaginarse que ese sentimiento paralizador, que a veces nos transforma en un ratón pueda convertirse en una manera de superarse, crecer y pasarlo mejor.
Sufrimos más en la fantasía de lo que nos da miedo que en la acción que nos produce el miedo. En la fantasía salgo siempre derrotado, o casi siempre.
Lo primero que ayuda mucho es definir el miedo antes que la meta. Por ejemplo, imaginemos que la meta sea: quiero renunciar a mi trabajo. No me atrevo, ¿por qué? Primero debemos construir lo que nos asusta, En este caso puede ser que mi superior se moleste y no me recomiende o hable mal de mí en el medio en que voy a buscar un nuevo trabajo. Y aquí viene el paso clave:
¿Qué es lo peor que podría pasar? Habrá altos y bajos en la respuesta a esa pregunta. Pero hay que seguir porque además de las catástrofes imaginadas habrá consecuencias sociales y familiares de mi cesantía; mi dificultad para encontrar respuestas verdaderas y convincentes para mí y quienes me rodean. Si uno hace este ejercicio enfrenta a priori los peores fantasmas y uno a uno los va mirando y solo con mirarlos pierden la fuerza, el terror que da no conocerlos y sentir solo el miedo puro. Hay que construir escenarios, imaginar respuestas adecuadas. No es un ensayo, porque lo que pasa nunca es del todo lo que nos imaginamos, pero ayuda mucho a sentirse preparado. Habrá altos y bajos, en este ejercicio. El miedo aumentará, pero también descenderá.
¿Qué es lo peor que puede pasar? Esa es la pregunta fundamental. Porque el terror inicial se va mitigando a medida que las respuestas o los escenarios imaginados van apareciendo. Otro resultado de este ejercicio es constatar que sufrimos más en la fantasía que en la realidad, y al enfrentar los miedos, algunos se minimizan y otros desaparecen.
La otra gran ayuda es el tiempo. Al principio vendrán altos y bajos emocionales que pueden ser brutales, pero que luego de que los ponemos en palabras se ven más pequeños y menos amenazantes. Al reflexionar prevenimos y evitamos riesgos innecesarios. A veces nos sentiremos paralizados. En ese caso, sirve ver qué podemos y qué no podemos, con máxima humildad. Lo importante aquí es la meta. Y hay que prepararla si queremos el mejor resultado.
Hay mucho miedo en las personas. Y no sirve dejarlo pasar. Inmoviliza, enferma.Tomémoslo en serio. Es importante saber que tenemos miedo porque solo así preparamos y prevenimos un camino.