Las duras pruebas que "Bienvenidos", matinal de Canal 13, ha tenido que pasar este año no solo han sido reiteradas, sino que evitables. A la polémica teoría del origen emocional del cáncer entregada por el médico Ricardo Soto en marzo, siguió la emisión en vivo del informe ginecológico de Nabila Riffo, y esta semana, nuevamente, se insistió en el espacio de "Medicina consciente", con indicaciones terapéuticas carentes de base científica formal.
Recomendar la ingesta de un compuesto utilizado para el aseo industrial como paliativo del cáncer no solo generó acciones del propio canal -contrapreguntas en pantalla y comunicados de prensa después-, sino que la propia comunidad científica reaccionó a través del Colegio Médico y del ISP. El derecho a réplica fue respetado, pero tal como ha sucedido en la mayoría de los casos que han afectado a "Bienvenidos", las precisiones y disculpas siempre han sido una reacción.
En abril pasado, el matinal despidió a su director, Pablo Manríquez, quien fue reclutado por la competencia (TVN). Desde ahí amenaza a su antiguo espacio hasta -quizás- hacerlo perder la tranquilidad necesaria para evaluar cómo presentar los contenidos a un nivel que no admita réplica posterior. Si se apuesta por la medicina complementaria, sumar un especialista tradicional podría ser un aporte para el libre juicio del espectador.
Pero más allá de la responsabilidad de los equipos -que la hay-, Canal 13 tiene que aceptar que tiene un problema en la definición de qué tipo de canal quiere ser, cuál es su norte en términos de calidad. Visión y misión. Desde ahí se alinea al resto de la estación; no desde la iterativa reacción.
En la red de Luksic se han sucedido muchos cambios ejecutivos en los últimos meses, pero ninguno ha dado una señal esencial en esta industria: preocupación por proponer estándares editoriales que marquen identidad y calidad.