El regreso a la TV abierta de Carlos Pinto no ha estado a la altura de las expectativas ni de su historia. En poco más de un mes, "Irreversible" -espacio que Canal 13 emite de lunes a viernes a las 20:00 horas y los martes en horario estelar- no ha logrado remontar los
ratings de la estación de Luksic a un nivel que justifique esta apuesta por la ficción local.
La programación del regreso de Pinto a las pantallas da cuenta de las expectativas que se tenían. Ponerlo a competir en la franja previa al noticiario, donde los canales suelen apostar por la ficción de corte local, era una gran misión. Pinto la aceptó y el canal reforzó su apuesta poniendo de su lado a Sergio Nakasone, un fogueado productor ejecutivo, aunque del área de telerrealidad.
Sin embargo, el diálogo entre estos dos talentos televisivos provenientes de áreas tan disímiles no resultó todo lo sustancioso que sus propios antecedentes harían presagiar.
La narrativa de Carlos Pinto, largamente patentada en "Mea culpa", "El día menos pensado" y "El cuento del tío", resuena en esta actual aventura televisiva como un eco vacío de su propio pasado. Varias de las historias presentadas son un remake de crímenes recreados en programas anteriores, como la mujer que cocina su marido, el profesor que se transforma en asesino en un día de furia o la madre que atenta contra sus hijos para castigar al padre. Todos clásicos de nuestra historia policial, pero que llegan a las pantallas del 13 debiendo remontar no solo la falta de novedad, sino también la escasez de recursos que enfrenta la TV en la actualidad.
Reconocer exteriores e interiores de Canal 13 como los sets donde transcurren las diversas historias es evidencia de una industria en crisis; difícil no sonreír al lograr la identificación. La mueca se transforma en franca risa cuando vemos que los actores elegidos como tres hermanos, en el caso de la mujer que cocina al esposo, tienen menos parecido físico que Los Tres Chiflados. Y las carcajadas se desatan al escuchar algunas narraciones en
off que parecen sacadas del romancero español.
La capacidad de Pinto para adjetivar es admirable hasta que se vuelve tautológica, hasta que comienza a sonar vacía. Y es justo ahí, cuando empezamos a preguntarnos por qué ese abuso de lirismo -clave en su registro de marca en la TV- molesta hoy más que ayer, dónde descubriremos el verdadero misterio que encierra la falta de éxito de "Irreversible" hoy en TV.
El problema de "Irreversible" es que, de tan centrado en lo adjetivo, se ha olvidado de lo sustantivo. "Mea culpa" fue un hit en su debut de 1992 porque develó a las audiencias lo más oscuro de la naturaleza humana, aquello que permanecía oculto en las cárceles, en lugares inaccesibles para la gran población. Hoy, 25 años después, con un sistema procesal abierto, con programas de entretención que se graban al interior de los penales y con figuras públicas procesadas deambulando por doquier; la criminalidad ha perdido buena parte de su atracción.
"Irreversible" aún tiene tiempo para evitar consagrarse como la caricatura de lo que Carlos Pinto alguna vez fue. Y la clave puede estar precisamente en conectar los puntos fuertes de su marca con una resignificación de qué es lo que pone en jaque a la naturaleza humana en la actualidad. En esa línea, no es raro que uno de sus mejores capítulos en términos de sintonía fuera el dedicado a un niño que sufría
bullying escolar. "Esta historia nos pertenece a todos", dijo él en la introducción.
Sin sangre, sin cárcel y con más sustancia que adjetivos, Pinto demostró funcionar cuando se alejó de la excepción moral para conectar con la ética de la cotidianeidad. Es justo en esa dimensión donde hay mucho para revertir y aportar.