Mike Pence, Vicepresidente de los Estados Unidos, pasó por Santiago este miércoles. Parece que se aburrió, o se molestó en esta visita. Así lo noté durante el almuerzo ofrecido por la Presidenta Bachelet. Mi sospecha se confirmó horas después: adelantó su regreso a Washington. No alcanzó a estar un día en Chile.
Mike Pence tiene ganas y posibilidades de reemplazar a Donald Trump. El descontrol de Trump enajena a todo el mundo. Es insoportable. Las investigaciones que enfrenta, en especial la trama rusa, lo arriesgan a perder la presidencia. En todo caso, su caótica forma de gobernar le hará muy difícil ser reelecto.
Mike Pence es el único ocupante de la Casa Blanca al que Trump no puede despedir. En cambio, Trump corre el riesgo de que, al término de su período o antes, Pence lo despida y se quede a dormir en la Casa Blanca.
Pence es un experimentado político. Fue parlamentario por varios períodos y gobernador de Indiana. Se define en el siguiente orden: cristiano, conservador y republicano. Es de la línea durísima en materia valórica. A diferencia de Trump, es predecible y piensa antes de actuar. Tiene apoyo en su partido. De ocupar la presidencia, los republicanos tienen muchas más posibilidades de poner en marcha su agenda que con la ineptitud del actual presidente.
Como buen político, Mike Pence no muestra sus cartas. Algunos van más allá: dicen que opera por debajo, tras bambalinas.
Montó en cólera cuando la prensa sugirió que se estaba candidateando para la presidencia. Dijo estar ofendido al ponerse en duda su lealtad a Trump. Lo que no dijo es que es el primer vicepresidente que ha formado un comité de financiamiento de campaña electoral. Cuenta, además, con Nick Ayers como jefe de Gabinete, cargo que siempre han ocupado burócratas. Ahora, lo desempeña uno de los republicanos más influyentes, un hábil operador político. Por algo lo habrá elegido.
Los vicepresidentes de Estados Unidos sufren en sus cargos con la esperanza de ser sucesores de los Presidentes. Mientras tanto, son maltratados por los presidentes y sus equipos. Se los utiliza para eventos protocolares, los marginan y les ocultan información. Harry Truman, cuando Vicepresidente no fue informado de que Estados Unidos tenía la bomba atómica. Lo supo como Presidente, a la muerte de Franklin D. Roosevelt. Los vicepresidentes no viajan en nada parecido al Air Force One ni se transportan en algo semejante a la "bestia", ese impresionante auto blindado de los presidentes de Estados Unidos. Aquí vimos a Pence en un 4 por 4.
En cambio, se les exige lealtad. Y la tuvieron Al Gore durante los difíciles momentos de Clinton, y también Gerald Ford en las peores circunstancias de Richard Nixon.
Cuando el dócil Ford se liberó de Nixon, sus primeras palabras como Presidente fueron: "Nuestra larga pesadilla ha terminado. Nuestra Constitución funciona. Nuestra república no es de hombres, es de leyes". Me imagino a Pence diciendo algo parecido en algún tiempo más.