Raúl Ormeño, recientemente ungido como asesor del directorio de Colo Colo (o de una facción del mismo), pide protección especial para Jorge Valdivia. Un jugador distinto -eso no se discute- que según su nuevo defensor público ha hecho mucho por el progreso del fútbol chileno, ha vuelto para darle jerarquía al torneo local y que debido a su innegable talento se le marca sin contemplación y se le intenta detener con cualquier recurso espurio, generalmente ignorado por el referato.
Aunque para este caso el mensajero sea solo parte de la puesta en escena, el blindaje lo exige alguien que sabe, como pocos, el arte de pegar, manotear, empujar y taclear; pero detrás de la escenografía es el club más popular del fútbol chileno el que exige formalmente, a través de esta suerte de autóctono consigliere , que a su gran precio, al futbolista distinto, al factor desequilibrante, a la joya más valiosa, la justicia le dé un trato preferente, una consideración especial, como si proviniera de otra constelación.
La solicitud tiene dos aristas a considerar: la de Valdivia, por un lado, y la del contrario que ha tenido el infortunio de cruzarse por donde a su majestad se le ha ocurrido transitar. El petitorio, en lo que a Ormeño respecta, no contempla que la víctima se aproveche de su condición de jugador habilidoso y que se caiga, tropiece, se desequilibre o simule ante cualquier amago de marca o de juego fuerte. Eso es parte de la picardía del fútbol, se dirá. La apelación ataca directamente al criterio de quien debe sentenciar el juego o, en palabras del consigliere albo, a cuidar y cautelar al talento, como si quien se dedicara a controlar y neutralizar al crack actuara bajo otra reglamentación, en otra esfera de la realidad, y en consecuencia todos los actos tendientes a anular las aptitudes del contrincante se ajusten al código de quien tiene más talento o destreza.
Colo Colo recurre, nuevamente bajo la conducción de la dupla Mosa-Guede, al viejo truco de victimizarse cuando los resultados no son ni esperados ni ajustados a su potencial futbolístico. Esta vez, lo hace de manera directa y sin filtros al demandar amparo legal dentro de la cancha por Valdivia, y entrelíneas cuando cuestiona el actual nivel arbitral del referato, como si los árbitros se equivocaran solo en contra del equipo albo. Las críticas por cierto que se agudizan si los factores rendimiento de Valdivia y marcador final del partido no son favorables al Cacique, y, lo que es peor, el fenómeno de percepción comienza a tomar un tono de conspiración mundial cuando son los dirigentes y los futbolistas los que graciosamente coinciden en la argumentación. Ayer fueron los fallos arbitrales, hoy es la desprotección a Valdivia, mañana serán los daños por jugar en canchas sintéticas...
A Colo Colo nunca le faltan excusas para justificar.