En una tradición tan antigua como el arte musical, los compositores se han inspirado, han imitado o -cuando la tecnología lo permitió- han incluido directamente grabaciones de cantos de pájaros en sus obras. En el concierto de la Camerata Universidad de los Andes, el miércoles, hubo una muestra de tres piezas ya clásicas en sus alusiones ornitológicas y un estreno absoluto del crucial artista chileno Alejandro Guarello: "Happy Birds' Day", especialmente encargado por el director-fundador del conjunto, Eduardo Browne.
La nueva obra de Guarello exhibe su acostumbrado oficio y sentido musicales, pero esta vez también un atento oído a los pájaros que pueblan la zona central. Abre con un muy bonito acorde azul de viento andino en las cuerdas tocando pianísimo, que Browne, en su didáctica y entusiasta introducción, juzgó como "disonante", un mote algo extemporáneo para una partitura escrita en 2017. Sobre ese fondo aparecen trinos y gorjeos en las maderas y los bronces, en un entramado con el que se consigue una atractiva espacialidad. En medio irrumpe una trifulca con la que el compositor hace un guiño de buen humor y justifica el título de la obra: se trata de un "Happy Birthday" en un
tutti desafinado, como el que solemos cantar para celebrar a un cumpleañero. Y, al final, una pausa dramática, justo antes de un impulso que se disuelve enseguida en el silencio. Un triunfo que el público ovacionó por la pieza y por la dificultad que supuso al conjunto de cámara. Queda pendiente volver a escuchar "Happy Birds' Day" con una orquesta sinfónica.
Antes habían sonado, de Haydn, el primer movimiento,
Allegro spiritoso, de la Sinfonía Nº 83, "La gallina" (1785), llamada así por el segundo tema, que recuerda los movimientos de cabeza de esa ave. Y de Vaughan Williams, "The Lark Ascending" (1920), con el joven chileno Bastián Loewe como solista en el violín, que creó impecablemente la sensación de ascenso de una alondra gracias al uso extenso de escalas pentatónicas sobre una orquesta calma, impresionista a la inglesa, cercana a la banda sonora. Como
encore, Loewe tocó el Largo de la Sonata Nº 3 de Bach.
Cerró la suite "Gli Uccelli" (1928) de Respighi, con un preludio y cuatro números basados en composiciones de los siglos XVII y XVIII y que evocan una paloma, una gallina, un ruiseñor y un cucú. El fino arreglo de Respighi permitió que Browne y la versátil Camerata se lucieran, con una interpretación cuidada y equilibrada en los pasajes de protagonismo que tiene cada una de las secciones y sus solistas. La sala, prácticamente llena, homenajeó con un aplauso largo este nuevo logro de una orquesta joven que, gracias a su director, ha crecido junto con su público.