Precedida por el verdadero acorazado de audiencia que es "Amanda", ayer se estrenó la nueva teleserie de Mega, "Verdades ocultas", con un capítulo que se convirtió en el debut más visto de una telenovela nacional en ese horario. Tuvo un rating online de 22,6 puntos, seguida de lejos por TVN (7,1 puntos) y Canal 13 (5,9) en ese lapso.
Partió con una escena de potentes imágenes: dos niñas solas en una casa muy humilde, en una población llena de barro, bajo un cielo de nubes tormentosas. Un hombre llega en auto hasta la mediagua y se lleva a la más pequeña, de unos 6 años, pese a las protestas de su hermanita. En un rincón escondido está la madre, llorando y con un maletín lleno de dinero.
La escena ocurre en 1997, año en que ya existía una ley de adopción en Chile. Pero el melodrama clásico no vive de la realidad. Más inverosímil aún es la escena en que este hombre, el empresario gastronómico Rodolfo Mackenna (interpretado por Osvaldo Silva), lleva a la niña a su lujosa casa: "Te presento a Rosita", le dice a su mujer. "¿Le vamos a cambiar el nombre, supongo?", responde ella con frialdad.
En las escenas que vienen ya han pasado 20 años. La mujer que vendió a su hija, Laura Flores (Marcela Medel), le ha hecho creer a todo el mundo que se la robaron. En ese lapso se casó con el dueño de una carnicería (Mauricio Pesutic) y salió de la población junto a su hija mayor, Rocío (Camila Hirane). Ahora viven en el Pasaje Nueva Esperanza, un barrio de casas antiguas donde llega a instalarse el nuevo restaurante, "Lulú". Y, sí, su dueño es el mismo empresario que se llevó a Rosita, quien ahora es una bella joven que responde al nombre de Agustina (Carmen Zabala).
La historia se retoma el día del cumpleaños de Agustina, cuando su padre le regala el nuevo restaurante. Esa noche, la fiesta de inauguración y de cumpleaños provoca ruidos molestos en el barrio. Y viene el encontrón entre la nueva dueña y la presidenta de la junta de vigilancia del Pasaje Nueva Esperanza, Rocío Verdugo, una joven con mucho carácter, pero que aún llora en secreto y se culpa por la desaparición de su hermana.
Esta teleserie, más que otras, se centra en el choque entre clases sociales. Aquí se extreman las cuerdas del melodrama con el tópico de entregar a una hija a cambio de dinero. También hay una villana extrema, la madre adoptiva (Viviana Rodríguez), que en todo minuto muestra odio y resentimiento por esta hija que le disputa la atención de su marido. El resto de los personajes tiene ciertos matices: a Rodolfo Mackenna lo humaniza el amor por su hija y a Laura Flores la exculpa una dramática necesidad económica.
En suma, este es un culebrón a la antigua por lo inverosímil de su trama, pero que logra atraer a la audiencia porque está narrado con agilidad. Hay un abanico de personajes jóvenes que prometen romance y otros, más populares, que podrían ofrecer humor.